Otra de las hijas del médico de Colmenar Viejo detenido por presunto maltrato ha ratificado ante el juez que su madre y ella recibían con frecuencia golpes a manos de su progenitor, incluso en una ocasión le dislocó la clavícula, y que también sufrió presuntos tocamientos, han informado a Europa Press fuentes jurídicas.
El juez Javier Abella, titular del Juzgado d Instrucción número 4 de Colmenar Viejo, ha practicado esta mañana la prueba preconstituida de la menor de cara a que su testimonio pueda reproducirse en un posible juicio.
Se trata de una diligencia encaminada a evitar lo que se denomina victimización secundaria. Hace una semana, ya se practicó otra prueba similar con otra de las niñas presuntamente maltratadas. Esta joven fue la que alertó en el colegio de que lo estaba sucediendo en su casa, lo que propició el pasado 29 de marzo la detención del matrimonio.
El médico y su esposa se encuentran en libertad provisional y sobre el investigado pesa una orden de alejamiento respecto a su mujer. El hombre es médico de urgencias del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y sigue en activo. El investigado niega haber maltratado tanto a su mujer como a sus hijos.
El juez ha dado traslado al fiscal para que se pronuncie sobre si levanta la medida cautelar a instancias de la acusación particular. Además, ha citado a declarar a varios familiares de la pareja para que certifiquen el supuesto maltrato.
La Guardia Civil acusa al matrimonio de maltratar a sus ocho hijos, a quienes obligaban a "malvivir" en una habitación, teniendo prohibido pisar el salón. Los menores eran castigados mediante maltrato físico o dejándolos a la intemperie en el patio de la vivienda.
Esta mañana, otra de las menores ha contado su relato en una exploración realizada en una cámara Gesell, un espacio acondicionado con dos ambientes separados por un vidrio de visión unilateral, con el fin de evitar el hostigamiento y su revictimización.
La joven ha manifestado que quiere volver a vivir con su madre y que ésta "jamás" la ha golpeado ni a ella ni a sus hermanos. En cambio sí ha dicho que su padre sí lo hacía y que incluso vio en una ocasión un moratón a su madre en el ojo. Ella también era objeto de golpes con frecuencia, manifestando que en una ocasión le dislocó la clavícula.
También ha relatado que el padre le cerró en septiembre las redes sociales después de que le pillara entrando en espacios no propios para su edad y que la impedía quedar con sus amigos porque decía que eran "tóxicos". La chica ha narrado igualmente que no la dejaba salir a la calle por los suspensos y que sus padres les restringían la comida por problemas económicos que atravesaban.
Además, ha reconocido que tenía "invenciones" para evitar broncas con su progenitor, especialmente en el ámbito sexual con chicos de su instituto. Al parecer, su padre las exploraba para comprobar si habían mantenido relaciones. La chica ha ratificado presuntos tocamientos si bien no ha detallado cuando se produjeron y cuantas veces.
El caso arrancó después de que una de los niñas, la que ya declaró la semana pasada, contara en el colegio que sus hermanos y ella eran objeto de maltrato por parte de sus padres. Según las mismas fuentes, la denuncia de la menor se produjo justo el día que le dieron las notas del mes de marzo.
Al parecer, su padre le comentó un día antes que "iba a haber fiesta" cuando recibiera las notas, lo que interpretó como palizas. La menor suspendió tres asignaturas y decidió contar a sus profesores lo que estaba supuestamente viviendo en su casa.
El pasado 20 de marzo, el Equipo de Policía Judicial de Colmenar llevó a cabo una entrada y registro del domicilio. En dicho registro también participaron el Fiscal de Guardia, Agentes tutores de la Policía Local de Colmenar Viejo, Servicios Sociales y agentes del Equipo Mujer Menor (EMUME) de la Comandancia de Madrid.
A raíz de estos hechos se realizó un estudio pormenorizado del entorno familiar de la presunta víctima, contrastando también los datos con los agentes tutores de la Policía Local y Servicios Sociales de Colmenar Viejo. Todo ello permitió descubrir que además de la joven había otros siete menores que también pudieran ser víctimas de violencia doméstica.
Los menores solían faltar constantemente a clase, siendo justificadas las ausencias escolares por el padre, que ejerce de médico en un hospital madrileño. Fue entonces cuando se establecieron vigilancias en las inmediaciones del domicilio familiar, donde las sospechas confirmaron los recelos de los investigadores.