Ya está todo preparado en Xinzo de Limia para dar comienzo a uno de los entroidos más participativos y el más largo de la provincia. Tras el petardazo y el domingo fareleiro, se da por inaugurado el carnaval en Galicia.
Después del parón sufrido por la pandemia, esta localidad ourensana, uno de los puntos marcados en rojo en el calendario del carnaval gallego, ha dado el pistoletazo de salida al ciclo más largo de entroido (como se conoce al carnaval en Galicia) del noroeste peninsular, esta vez sin restricciones, con una auténtica batalla campal de harina, donde mayores y jóvenes no se libran de acabar totalmente blancos. Todo ello, amenizado por la música de las charangas.
"Por fin vuelve el entroido de Xinzo, aunque nunca nos fuimos", asevera la regidora de la localidad, Elvira Lama, quien destaca que desde hace días ya hay "muchas ganas" de "retomar" las fiestas tradicionales, sin restricciones.
Desde este fin de semana, los visitantes podrán disfrutar de un intenso mes cargado de actos, que arrancan con este domingo fareleiro, y que continúa los dos próximos domingos: Oleiro y Corredoiro, fechas que son la antesala de los días "gordos" del entroido que se puede disfrutar por toda la provincia.
Por si quedaba alguna duda, en Xinzo resumen el entroido en tres palabras: tradición, respeto y sentimento; esta última, muy arraigada entre las Pantallas, el personaje característico y autoridad del entroido en esta localidad.
Y es que, el entroido gallego cuenta con una terminología propia que todo el mundo debe conocer al llegar: en Galicia se celebra el entroido, entrudio o antroido, y no el carnaval, con personajes propios: Pantallas, Peliqueiros, Cigarróns o Boteiros.
En cada localidad, estos personajes desempeñan una función diferente aunque todos ellos tienen una característica común: imponer su Ley.
De origen incierto, este personaje de sonrisa cínica y que suele portar algún elemento en la mano, anuncia la proximidad de los festejos a Don Carnal, alcanzando en la provincia ourensana su máximo apogeo, en un periodo donde nadie se rige por las normas civiles ni preceptos religiosos porque las leyes son propias. No en vano, este periodo se caracteriza por la liberación y ruptura del orden establecido.
Para abrir boca al mes festivo, los visitantes ya pueden disfrutar del entroido en toda la provincia. Es el caso de Maceda y Verín, donde este fin de semana se dejaron ver estos personajes, con su habitual anarquía y fuera de guión.
Como plato fuerte, hoy Xinzo de Limia -cuyo entroido está declarado de Interés Turístico Internacional- celebra uno de sus platos fuertes, el fareleiro, una batalla campal de harina, el primero de los tres rituales previos al gran domingo de Entroido en la comarca de A Limia, que abre en esta jornada un largo ciclo festivo en Galicia.
Pese al aparente caos, sus entendidos aseguran que existen unas reglas no escritas: no tirar harina en los ojos ni a escaparates. Eso sí, es preceptivo "meterse en fariña". De ahí que sea habitual ver a gente con gafas de buzo o sus ropas más viejas.
La alcaldesa, Elvira Lama, destaca a Efe por encima de todo el gran ambiente que se respira estos días para disfrutar de "doce días de fiesta". Todo está perfectamente organizado, añade. Según explica, "cada año la comisión trabaja para mejorar el programa, pensando en todos los públicos".
"Está todo perfectamente sincronizado para que haya cabida para todo tipo de públicos", insiste Lama, que asegura que la premisa para disfrutar del carnaval de Xinzo es compartida: "que nadie se sienta forastero".
Desde hace meses, los alojamientos están prácticamente completos tanto en Xinzo como alrededores por lo que es aconsejable reservar antes de ir para asegurarse algún sitio donde dormir, en caso de querer permanecer varios días.
Todo aquel que quiera o piense acercarse estos días a Galicia podrá disfrutar de estas celebraciones perfectamente arraigadas en esta zona, que conforman las raíces del carnaval más auténtico de las zonas de montaña de toda Europa. Una tradición que todavía se mantiene viva en España, pese al azote sufrido durante la represión, y que provocó la práctica desaparición de las máscaras en muchos lugares.