Con ascendientes portugueses, y natural de Venezuela, Liliana Rodrigues Mato puede dar fe de que sabe de qué habla cuando se trata la cuestión de la inmigración. Desde 2007 es la coordinadora y responsable de Mestura.
¿Cuáles son los motivos que llevaron en su momento a crear una entidad como Mestura?
Mestura nace en el año 2003 a iniciativa de un grupo de personas que trabajaban en el ámbito de los servicios sociales de diferentes ayuntamientos del Consorcio As Mariñas. Se crea porque en ese momento se estaba viviendo un auténtico boom de llegada de personas inmigrantes. Había mucha demanda de servicios, mucha demanda de información, mucha necesidad de acompañamiento para las necesidades de inserción y los ayuntamientos no podían dar una respuesta adecuada a todo ello. Entonces el personal municipal se plantea que no puede ayudar debidamente a inmigrantes que se encuentran, en su mayoría, en situación irregular y deciden crear una entidad independiente prestadora de este tipo de servicios para inmigrantes y emigrantes retornados. Eso fue en el año 2003.
¿Cómo evoluciona la situación?
Al principio se atiende a los colectivos mencionados pero con la crisis económica comienzan a llegar también personas españolas que tienen las mismas carencias. Ante esto se nos plantea un dilema porque nosotros somos los primeros que no discriminamos y decidimos desde ese instante que se atiende a toda aquella persona que se encuentre en situación de riesgo de exclusión social o vulnerabilidad: parados de larga duración, mujeres con cargas familiares, jóvenes sin ningún tipo de formación y, por supuesto, el colectivo inmigrante. En fin, Mestura nace en 2003 como una iniciativa de varias personas para dar respuesta de forma, digamos, altruista o voluntaria a las necesidades de acogimiento. Mestura se profesionalizó en el 2007; hay una persona que cobra un salario por su labor y lo que antes era ofrecer servicios periódicos, ahora está sistematizado. La entidad es ya un referente en el ámbito del área metropolitana en atención a colectivos de especial vulnerabilidad.
Entonces, ¿Mestura no se circunscribe al municipio de Culleredo?
En absoluto. De hecho actualmente tenemos un punto de atención en Cambre: los viernes en O Graxal. Llevamos a cabo programas de colaboración con distintos ayuntamientos, por ejemplo, en Bergondo realizamos recientemente un curso de atención telefónica al cliente. En A Coruña no nos metemos porque ya existen muchas entidades de este tipo; sin embargo, en el ámbito del Consorcio que ofrezcan servicios como los nuestros no hay.
¿Podría ser algo más explícita respecto a lo que comentaba de los servicios que no pueden prestar los ayuntamientos?
No quiero decir que las administraciones no estén preparadas. Pongámonos en el caso de una persona que se encuentra en una situación irregular. Un Ayuntamiento habitualmente tan solo puede ofrecerle información. Sin embargo, desde ONG como la nuestra se pueden destinar fondos a formación. Una persona sin papeles no puede acceder a un curso del INEM. Tiene que transcurrir cierto tiempo hasta que el inmigrante puede acceder a todos los derechos de un nacional. No obstante, hay que aclarar que estamos en permanente contacto con los servicios sociales de los distintos ayuntamientos, porque son ellos los que nos derivan a muchas personas con necesidades. Es habitual que nos envíen a inmigrantes sin conocimientos de castellano y nos pidan que les impartamos cursos. Así damos respuesta a cuestiones que los ayuntamientos, por diversos motivos, no pueden dar.
¿Qué nacionalidades son las que más solicitan los servicios de Mestura?
Este año y el anterior hemos estado recibiendo gente principalmente de Brasil y Venezuela. Llevo aquí desde el año 2007 y podría contar con los dedos de las manos los venezolanos que había atendido anteriormente a 2016. Eran contadísimos. Ahora estamos recibiendo familias enteras que entran en España solicitando asilo, como turistas o hijos de españoles. También están llegando muchos emigrantes retornados pero que no reconocen el país que dejaron hace, a lo mejor, cuarenta años. Para ellos es un choque muy grande porque llegan con más de cincuenta años y no encuentran formas para insertarse laboralmente. Luego nos está llegando mucha gente de Brasil. Brasil había sido un país al que, de hecho, la gente estaba retornando cuando fue el tema del mundial de fútbol. Hubo un pico de empleo y los nacionales se estaban volviendo. Pero desde hace un año estamos recibiendo familias completas. El proceso migratorio está cambiando. Hasta hace cuatro o cinco años, el perfil era: mujer con cargas familiares en el país de origen. Venía, dejaba a su familia, trabajaba, pasaba un proceso de regularización a solas y cuando conseguía los papeles traía a sus familiares. Esa situación, por decirlo de algún modo, hacía que el proceso fuese más fácil. Esta persona conseguía habitualmente trabajo en el servicio doméstico de manera interna, ya que los españoles no querían este tipo de empleos internos. Ahora, no. Ahora ,viene la familia al completo; la mujer, el marido y los hijos: dos, tres o los que sean.
Y, esta novedad ¿a qué considera usted que se debe?
Pues a la situación en la que se encuentran ambos países. En Venezuela salen huyendo porque no les queda otra y en Brasil vuelve a haber un problema de índole laboral y económico. Pero en ambos casos vienen en busca de estabilidad, seguridad y una mejora para sus hijos. El cambio nos llama mucho la atención, el cambio migratorio ha sido muy grande en los últimos años. Insisto, antes era más fácil insertar laboralmente a la mujer. Ahora, un hombre en situación irregular ¿dónde se mete a trabajar? En cambio una mujer siempre encuentra trabajo en el servicio doméstico. Da igual la experiencia laboral que tenga. Pero volviendo al principio casi el 95% de las familias que atendemos son de estas dos nacionalidades.
Para integrarse laboralmente ¿tienen que recurrir a los mismos nichos de trabajo?
A los mismos. Sin embargo, antes era más fácil porque la mujer venía sola y al integrarse de modo interno no tenía muchos gastos. Pero, ahora, al venir con toda la familia, la cuestión cambia. Así nos encontramos con que ella es la que tiene trabajo y el marido pasa a ser el amo de casa. Cuida de los hijos y mantiene el domicilio, mientras que ella se encarga del sustento económico. Antes también lo hacía, pero los 200 o 300 euros que enviaba a su país cundían mucho. Aquí, no.
Por lo que comenta, la situación todavía es peor que la de antes.
Mucho peor. Nos enfrentamos a una integración mucho mayor: ella, el marido y los hijos. Suelen acudir a nosotros cuando llevan varias semanas residiendo aquí, por lo que los menores no están escolarizados. Nuestra prioridad es siempre los menores. Si los hay, se les acompaña para que se tramiten cuanto antes las tarjetas sanitarias correspondientes y la documentación pertinente para escolarizar a los pequeños. Nos hemos encontrado con familias cuyos hijos no habían sido atendidos por un médico en cuatro o cinco meses; son casos de pequeños que no están en edad de escolarización. Una cosa sí saben todos los inmigrantes, y es que los niños tienen que estar escolarizados. Por eso, habitualmente, están controlados sanitariamente. De lo que no suelen ser conscientes es de que una vez que llevan en España 183 días tienen derecho a revisiones médicas.
¿Qué les lleva, a pesar de encontrarse con este tipo de dificultades, a querer vivir en España? Aquí no estamos para lanzar cohetes, precisamente.
La cuestión es que mucha gente no sabe la situación en la que se encuentra España. Tienen la experiencia del vecino, al que ven en una fotografía al lado de un coche, por poner un ejemplo, que en ocasiones ni es suyo. l