Tiago tiene diez años, es estudiante de Primaria y jugador de fútbol; su club es el Imperátor. También juega a la Play Station con sus amigos pero, desde octubre, lo hace desde el Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. A principios del pasado mes se le diagnosticó aplasia medular, que es la desaparición de las células encargadas de la producción de la sangre en la médula ósea. El joven niño coruñés necesita un trasplante.
Cansancio y pequeños hematomas en zonas poco habituales. Esos fueron los primeros síntomas que tuvo Tiago antes de que se confirmase sus diagnóstico: aplasia medular. Para curarse necesita un trasplante de médula.
“Los donantes de médula deben ser mayores de edad y menores de 40 años, por eso ni sus hermanos, ni su padre ni yo podemos hacernos donantes. Yo lo soy de sangre y de órganos, pero no de médula y una donación así es una de las mejores cosas que le puede pasar en la vida a una persona. No tiene ningún tipo de contraindicación y, en caso de que alguien cumpla todo los requisitos, la extracción se realiza mediante una punción. En menos de tres días se regenera totalmente la médula, como en una donación, y no tiene ningún efecto secundario ni deterioro físico”, explica Lucía, la madre del niño coruñés.
Un giro a la vida
La vida ha cambiado para sus padres, naturales de A Coruña y con puestos de trabajo en el área de la ciudad herculina. Tiago está ingresado en el CHUS y sus progenitores se han mudado a Santiago. Uno de ellos ha reducido su jornada laboral y el otro mantiene su empleo realizando trabajos por vía telemática.
Es el mundo de estos dos héroes, que aseguran que no hacen “nada fuera de lo normal sino algo que haría cualquier padre”. Pero su mundo no termina en Tiago, tienen otro hijo de doce años y una hija de catorce.
Visitas
El niño de 10 años no solo ve a sus padres y los médicos a través del cristal que le aísla. Sus amigos le han visitado y, lejos de entristecerle el hecho de no poder tocarles como hacía hace dos meses en el campo de fútbol, en el parque o en el colegio, Lucía y su marido aseguran que “cuando les ve, se alegra mucho”.
A pesar de vivir en un hospital, el niño coruñés sigue “en línea” con sus amigos. “En casa le decíamos que apagase la Play pero, en el hospital, es una forma de mantener el contacto con sus compañeros y se ha hecho amigo de actores y actrices que le han enviado mensajes de apoyo por Instagram”, explica una madre que desprende optimismo mientras espera un donante compatible con Tiago.