La boda de Miranda Kerr no ha sido una boda al uso. La modelo se casó con Evan Spiegel envuelta en un halo de misterio, tanto que muy pocos detalles se han conocido del enlace hasta hoy, salvo que empezaron haciendo yoga para liberar tensiones, que bailaron al ritmo de When You Wish Upon a Star, que Kerr le recitó unos versos de Shania Twain en You’re Still the One y que la ceremonia tuvo lugar en el jardín de su casa. ¿Y el vestido? Del vestido nada se sabía. Hasta ahora.
Ni rastro por sus redes sociales, tampoco por la de sus amigos, pero la edición americana de Vogue USA ha revelado el gran secreto que toda una novia guarda con celo el día de su boda: el vestido. Y la red se ha llenado de fotografías de uno de los días más especiales de la vida de los novios.
Según revela este medio, desde que se comprometió con Spiegel en julio del año pasado, la modelo fantaseó con su vestido, que quería que fuera una reinterpretación del que llevó Grace Kelly en su boda con Rainiero de Mónaco, que finalmente diseñó para ella María Grazia Chiuri.
“Un vestido que te cubre completamente crea una sensación de pureza y misterio”, contó el ex Ángel de Victoria’s Secret a la publicación sobre su vestido, de manga larga, con cuello a la caja y mucho volumen. Un vestido de princesa que poco tiene que ver con lo que acostumbra a llevar.
“Me he divertido mucho con la moda, y solía ser más salvaje, libre, bohemia. Pero en este período de mi vida, mi estilo es más retraído. Mis mayores fuentes de inspiración siempre han sido Grace, Audrey Hepburn y mi abuela, que a los 80 años tiene una elegancia sin esfuerzo y se viste con un pantalón, una blusa blanca, una bufanda, un tacón bajo”, aclaró la modelo.