Reportaje | El retrato en movimiento de un hombre pegado a una flauta

Reportaje | El retrato en movimiento de un hombre pegado a una flauta
La cinta recoge un año y pico en la carretera con el maestro

El CGAI acoge el estreno el martes a las 18.00 horas del documental “Éxodos. De ‘Huellas’ a ‘Radha y Krishna’”, producido por la firma coruñesa Mondotropo. Llega a la pantalla de la mano del director Paco Cuesta y del productor ejecutivo Alejandro Enríquez como el resultado de más de un año en la carretera. Lo que se va a ver en la filmoteca es una especie de road movie que acompaña al maestro de jazz y flamenco, Jorge Pardo. 
Todo surgió de la admiración al músico. En pleno ciclo 1906 cuando ambos lo masticaron en directo, se dieron cuenta de que no había una cinta que soportarse su talento porque “Jorge Pardo es todo un nombre” y vieron la posibilidad de hacerlo. Cuenta Alejandro que primero pensaron en algo pequeño y cercano, pero al final optaron por sumarle diversión al pote, “nos liamos la manta a la cabeza y estuvimos un año y pico”. Como un proyecto fuera de las exigencias del mercado, ellos disfrutaron más que nunca trabajando porque vivieron con él, lo vieron tocar todo el rato y se lanzaron con el artista a la carretera, siguiéndole y aunque “ya nos gustaba de antes”, al ir detrás de su rastro descubrieron al personaje, que habla y hace que todos le escuchen, “es muy fino en lo que dice y en cómo te lo cuenta”. El documental es como una ventanita que se abre para que uno entre en la vida del artista, justo en el momento en que Pardo se estaba entre los trabajos “Huellas” y “Radha y Krishna”. 
La pareja de creadores fueron volcando lo que iba trasladó a cámara el que formó parte de la primera banda de Paco de Lucía, y de cuando se fue al Bilbao Flamenco y se juntó con la otra banda del guitarrista para rendirle homenaje: “Aquello fue la bomba”. Porque la música es su vida, esta está en el documental en melodías que nacieron para la cinta y las perlas del músico, junto a trocitos de sus conciertos por A Coruña, Madrid, Bilbao o Santander, con la honestidad por delante “en sus planteamientos no solo de música sino también en las reflexiones que va haciendo”. 
Mondotropo consiguió el clímax que buscaba y la cinta se tornó íntima. Podían elegir entre un equipo más grande y menos tiempo de grabación y uno chiquito extendido en el tiempo. Escogieron lo segundo y “Éxodos” es un retrato en movimiento con pinceladas creativas y otras realistas. Construyendo a un genio con flauta y ordenador. Para guardar todos los recuerdos que colecciona y a la gente que quiere. l

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