No hay muchas instituciones que duren 169 años y de hecho, en toda España solo existe una en su clase: la Reunión Recreativa e Instructiva del Círculo de Artesanos, que ayer celebró la efeméride con un acto al que acudió el alcalde, Xulio Ferreiro, y la concejala de Servicios Sociales, Silvia Cameán, que incluyó una entrega de medallas a dos de los socios que habían ingresado en la sociedad en los años 50 (María Ínsua y Alberto Gil Gil) y que concluyó con el himno gallego. Concluida las ceremonias y mientras el público asistente daba cuenta de los pinchos, una portavoz del Círculo, Josefa Abeleira, explicaba con rotundidad cuál es el secreto de su pervivencia: “Trabajar, trabajar, trabajar y juntar hasta la última calderilla”.
Ha sido así como el Círculo consiguió capear el temporal de la crisis. “Estamos aguantando esto realmente porque hay muchos socios muy muy mayores que siguen pagando sus cuotas, y que sirven para pagar las deudas de otras directivas”, señala. El resto de los ingresos se genera con actividades y con el apoyo del Ayuntamiento, dado que tiene un centro cívico en la sede de San Andrés, que también genera sus gastos. “12.000 euros y pico del IBI al año”, recuerda Abeleira. Y de hecho, la primera planta ha sido puesta en alquiler para buscar un fuente de ingresos extra .
En busca de jóvenes
Lo que en realidad preocupa a la directiva es que la sociedad pierde socios poco a poco: “La media de edad alta. Alguno tenemos de noventa y tantos para arriba, y hay uno que tiene 102 años”, señala el presidente, Alfredo Rodríguez. Cubren algunas bajas, pero no todas: “A veces alguien de la familia de los socios que fallecen se da de alta”. En la directiva reconocen que no saben qué hacer para atraer a la gente joven.
Los más jóvenes son los opositores que vienen a la biblioteca del Círculo de Artesanos para estudiar. “Pero cuando acaban las oposiciones, se van y eso que tenemos de todo: hemeroteca, sala de billar, ajedrez, partidas de cartas y de dominó, bailes los fines de semana...”, señalan.
Un epicentro político
Lejos quedan los días en los que el Círculo era el epicentro de la vida social de la ciudad y de los que guardan muchos recuerdos, como una bandera traída de la guerra de Cuba (1998) y obras de arte, como pinturas, así como el libro de visitas, firmada por la mismísima Emilia Pardo Bazán, la primera mujer en pertenecer a un club vedado a su género.
“Antes este era el trampolín para optar a la alcaldía, era necesario pasarse por su sede para darse a conocer y estrechar las manos adecuadas”, explicaba el presidente que, a pesar de ello, aseguró que no pretendía hacerle la competencia al alcalde: “No somos políticos”.