La convivencia entre universitarios y personas mayores es un recurso cada vez más utilizado y desde que el programa se puso en marcha la Universidad de Salamanca ha contabilizado unas 120 convivencias, entre ellas la de Guadalupe Malmierca, de 93 años, y Alberto Martín, de 23, que comparten piso.
El Programa de Convivencia entre Jóvenes Universitarios y Personas Mayores, que tiene como base la solidaridad entre generaciones, busca una convivencia basada en el diálogo y el mutuo respeto arrancó en la Universidad de Salamanca en 2005. “Estoy encantada” asegura Guadalupe Marmierca, que participa en esta iniciativa desde hace cuatro años. En los últimos dos ella ha tenido de “pupilo” a Alberto Martín, un joven estudiante extremeño de máster de Enseñanza de Español para Extranjeros, cuyo círculo de amistades se sorprende cuando dice que vive con “una señora de 93 años”.
La nonagenaria, que rebosa vitalidad y salud, explica que, viendo la televisión, se enteró de la iniciativa y que se puso en contacto con la universidad y en concreto con Carmen Bermejo, la responsable del programa.
Alberto es el segundo universitario que acoge en su casa. Habitualmente, se levanta antes que él, aunque el joven también lo hace pronto: “Nos damos los buenos días, y cada uno se hace su desayuno”, al igual que el resto de las comidas, la habitación y el cuarto de baño.
Guadalupe vive “muy bien, muy bien” la experiencia: “Estoy encantada con tener chicos jóvenes”, dice, y confiesa que siempre que puede recomienda a sus conocidas que participen en el programa, pero lamenta no tener éxito, porque “son muy esquivas y desconfiadas”. Insiste en su buen estado de salud; de hecho, en alguna ocasión ha tenido que acompañar a Alberto al médico, porque le dio un cólico, como confirma el estudiante, al que considera como su nieto, aunque tiene siete y seis bisnietos.
Mejor que una residencia
Cuando comenzó los estudios del grado de Traducción e Interpretación, se alojó en un residencia universitaria, pero los dos últimos años Alberto se ha ido “a vivir con Guadalupe”. A través de internet se interesó por el programa, porque le apetecía “cambiar un poco de ambiente y de aires, quería una vida más tranquila”, y ahora revela que está “encantado”.
Antes de iniciarse la convivencia, se firma un contrato comprometiéndose a “respetar las normas de la casa, a no hacer fiestas, a ayudar a la persona mayor en lo que necesite y a hacerle compañía”. “El horario de estar en la casa es flexible”, asegura la responsable del programa, Carmen Bermejo. Una experiencia que Alberto califica de “muy buena” y que va a “recordar siempre”. “Otra manera de ser estudiante en Salamanca", dice.