Una de las primeras cosas que aprendió fue la palabra “morriña”. Dice que cuando uno se va de su tierra como lo hizo su madre en 1961, esa nostalgia perenne no se despega. Sin embargo, la vida quiso que Marina Mckechnie creciera lejos, en Inglaterra y casi no supiera nada de este córner del mapa.
Recuerda que a los nueve años, las dos cogieron un avión para visitar a la familia materna, afincada en el barrio de O Castrillón: “Aún no estaba en Secundaria”, pero se fue con varias imágenes en la cabeza como la iglesia de Oza, allá en lo alto. Hace unas semanas, la que ahora pasea 54 primaveras lanzó una misiva a través de las redes. Quería conocer a sus parientes, saber sobre su pasado y abrazarlos.
Dentro de dos semanas lo hará. Antes le queda cruzar el país. Desde Málaga a Gibraltar, atravesará todo Portugal para tocar A Coruña con los dedos y darle un beso a sus primas Nerea y Silvia, que fueron las que se pusieron en contacto con ella.
Para entonces, contrastará su historia, la de que su abuela María creció en un convento por ser hija ilegítima y que su abuelo Antonio trabajó en la Renfe: “Lo sé porque mi madre siempre comía fruta con pan y me explicaba que a menudo, gracias a su trabajo, mi abuelo podía traer fruta a casa, pero no era suficiente para llenar sus barrigas”.
Sabe que de ese matrimonio nació Maruja, Antonio, Pepe, Olimpia –que murió joven con su marido cubano–, Alicia, Pilar –su madre–, Victoria, con la que marchó, y Consuelo, que falleció con cinco años con el primer hijo de Maruja.
Si sus antecedentes extendieron sus dominios para buscarse las castañas, Marina también. Hoy, es abuela de un niño “hermoso”. Se llama Luca y tiene 15 meses: “Vive en Brasil”. Por eso, habla perfectamente el portugués junto a otros cuatro idiomas.
Asegura Marina que comenzó a investigar precisamente para que el bebé supiera de sus raíces, quizá también llevada por el hecho de que a ella apenas le contaron: “Muchos sudamericanos tienen posibilidades de rastrearlas y encontrarlas”. Ella pensó que sería útil porque las huellas todavía estaban frescas. Dicho y hecho. Apenas pasaron dos semanas cuando recibió una misiva del 15.009, en la que las dos primas le mandaban saludos.
Marina McKechnie es youtuber y blogger. Viaja por el mundo con su esposo músico y lleva tres meses en Málaga conociendo y disfrutando: “Todo está alineado a favor de la investigación”.
En un momento “de gran tensión social y extrema xenofobia”, Marina, que vivió junto a una que tuvo que coger la maleta y marchar, pide solidaridad máxima porque hoy son sirios, pero ayer fueron gallegos.
Escrito
El pasado 21 de marzo, Marina se ponía en contacto con el grupo de facebook “Castrillón A Coruña. Complicidad entre vecinos”. “Sé que es una posibilidad remota, pero lo intento. Mi madre nació en A Coruña el 5 de mayo de 1940. Su nombre es Pilar Iglesias López. Su madre se llamaba María y su padre Antonio”. Contaba que tenían casa en el barrio y que a los 21 años, Pilar y su hermana Victoria se fueron a vivir a Inglaterra, en concreto, a la ciudad de Bournemouth, donde “mi tía Alicia también vivía con su esposo Paco y su hijo Alberto”. Allí, se casó y nació Marina: “Solo estuve en A Coruña una vez y eso es lo que recuerdo. Una tía llamada Maruja, un tío llamado Antonio, uno llamado Pepe. Algunos primos llamados Rosario, Maria Ángeles y Rosita (que tenía un problema relacionado con la hormona del crecimiento)”.
También anotó en su cabeza que su tía Olimpia tuvo una hija llamada Teresa que se fue a Suiza en los años sesenta. Marina terminaba la carta deseando poder conocer a sus descendientes “porque nunca tuve la oportunidad de hacerlo”. En la segunda quincena, arribará en la ciudad para cumplir su sueño.