“Nam el rey”. Así se llama su primera novela, una historia de fantasía épica, firmada por una persona normal porque el término “friki” está desvirtuado, y él no ha hecho de su modo de vida el género que abraza, “además tengo familia e hijos” y se gana el pan en una empresa logística. David Sande tiene 42 años, pero cuando no llegaba al metro de altura se dio cuenta que no había nada en lo que encajase, que mientras “todos hablaban de ser médico o bombero”, a él solo le gustaba el cine clásico.
A los 16, empezó a escribir guiones y novelas porque no había manera de formarse y afiló la vocación por su cuenta, “trabajé en lo que fue apareciendo”, a la vez que alimentó su pasión por los libros: “Tengo 500”. “Nam el rey” es el primero publicado, lo que le dio “muchísima alegría” cuando el editor Juan Mariñas, “no vio personajes flotando sobre un fondo blanco”. Hasta entonces, solo le había enseñado sus escritos a la gente de su entorno. “La mayoría de editoriales no te contestan. Ni las leen, o vas con un padrino o alguien que te ayude o nada”.
Pero apareció Lautana Editorial y hoy el lector tiene en sus manos una trama de ritmo fácil, con desahogo cómico, y en la que “nunca estás en la cabeza de los personajes, solo a raíz de lo que hacen”.
En su apuesta, los personajes principales son villanos, “no como en ‘El Señor de los Anillos’ que son hobbits y elfos”. A la parte villana, “se le coge más cariño”. Son gente muy poderosa, que parte de su condición de malvada y la lleva hasta el final. David va a contracorriente, escapa de los perfiles blandos y de lo fácil porque “en la vida normal esto no pasa y yo tampoco lo quería para mi novela”. Simplemente escribe para entretener. Con Nam, el rey y su amigo Suk; Sandro, un muerto viviente, y la asesina Mala.