La Casa Molina es una obra del arquitecto Rafael González Villar, quién recibió su primer encargo de un edificio destinado a viviendas por parte de Raimundo Molina Couceiro, importante comerciante de la ciudad herculina. Este hombre era representante naviero de la Lloyd Real holandesa y, a su vez, cónsul de los Países Bajos en esta provincia y la de Lugo, además de padre del inolvidable alcalde de esta ciudad Alfonso Molina Brandao.
Se trataba de hacer una edificación destinada a ser la oficina central de las operaciones marítimas y, a la vez, acoger la sede consular, además de albergar diversas viviendas. Este encargo se vio luego ampliado a otras edificaciones que el mismo propietario encargó a González Villar en otros puntos de la ciudad, como el edificio de la plaza de los Ángeles y el chalet “Villa Molina”.
La Casa Molina posee tres fachadas que dan a la entrada de la antigua Puerta Real, dando frente a la avenida de Montoto y mostrando sus esquinas a la calle de Santiago y a O Parrote.
De esta manera, el edificio coruñés provoca un efecto expansivo al volumen que presenta todo el trabajo y con una ornamentación muy estilada en la época y que González Villar supo trabajar en toda su extensión, haciendo que aquellos resaltasen por indicación de su autor y que hoy en día se muestren al viandante como reliquias a conservar debido a su delicado trabajo.
Juego geométrico
En la segunda planta de la Casa Molina predominan los dinteles y el arco de medio punto. Así, se logra un conjunto de hormigón muy interesante en todo su aspecto, igualando las líneas verticales y horizontales del edificio gracias a un juego de aritmética y geometría plástica que introduce en su obra.
De todo ello resulta finalmente una galería que hace un juego muy interpretativo con respecto a las típicas galerías de La Marina, aunque su concepción sea completamente diferente, pero que queda inserto en ese espacio tan singular y atractivo. Destaca también el torreón que queda situado entre la fachada principal y O Parrote, tanto por su belleza como por su exquisito trabajo ornamental.
También hay que resaltar el resto de elementos, como las guirnaldas y las cintas colgantes que rematan en puntos. Todos los trabajos realizados por González Villar tienen su particular estructura técnica y representan la belleza de uno de los mejores arquitectos de finales del siglo XIX y comienzos del XX.
La reforma de la Casa Botero
El 15 de mayo de 1972 se sometió al Pleno del Ayuntamiento una propuesta de la Comisión de Urbanismo favorable a la reconstrucción de la antigua Casa del Botero del castillo de San Antón. El destino de la estructura serviría para instalar una taberna típica y su ubicación iría en el islote del castillo de San Antón, pero fuera del recinto fortificado. Para que la construcción se adaptase en todas sus partes a las características del castillo se encargó el proyecto al arquitecto de la dirección general de Bellas Artes Pons Sorolla y la realización de las obras al contratista de esta, el señor Longueira. El presupuesto previsto era de un millón y medio de pesetas.
En la sesión del 16 de octubre de ese mismo año el Pleno ratificó el acuerdo de la Comisión Municipal Permanente, de modo que se aprobó el proyecto de instalar una taberna típica en terrenos de la antigua Casa del Botero del castillo de San Antón, con el plan que había redactado el arquitecto de la dirección general de Bellas Artes, contando con un presupuesto de ejecución material de 1.525.517,50 pesetas y un total de 1.605.479,03 pesetas. Al tiempo se acordó que se aprobase el expediente sumario, acreditativo de la urgencia de las obras a efectos de su contratación directa con Construcciones Longueira.
Pliego de condiciones
En la sesión del 3 de abril de 1974 el Pleno municipal resolvió, según proponía la Comisión Informativa Plenaria de Hacienda de fecha de 19 de marzo, el concurso para la adjudicación de una taberna típica en la Casa de Botes de San Antón. A tal efecto se aprobó el pliego de condiciones que regularía la licitación, adaptado ya a lo dictaminado por dicha comisión en su reunión del día 28 de marzo de aquel año. También se sometía dicho pliego a la información pública, requerida por el artículo 70 número 4 del Reglamento de Bienes de las Entidades Locales, lo que facultaba a la Alcaldía la realización de los trámites y autorizar los documentos que se requieran.
En la sesión del 15 de marzo de 1976 el Pleno de A Coruña resolvió, a propuesta de la Oficina de Contratación, considerar desierto el concurso anunciado para la concesión en explotación de los servicios propios de taberna típica en la Casa del Botero de San Antón, por no haberse presentado proposiciones.
También se adjudicaba a favor de don Manuel Bouzas Varela –al amparo de la excepción que señalaba el número 5 del artículo 41 del Reglamento de Contratación– la concesión de que se trataba, bajo las siguientes condiciones: el plazo de concesión sería de quince años y el canon costaría 100.000 pesetas anuales, que se constituían por la rentabilidad de los bienes a utilizar –12.000 pesetas al año– en calidad de la oferta que hacía el interesado. El pago del canon se haría por trimestres anticipados, a partir de la adjudicación del contrato.
Con el tiempo aquella taberna típica variará su cometido pero la Casa del Botero se seguirá identificando igual. l