Dotado a partes iguales de la modestia más campechana, del “seny” catalán y de una excepcional capacidad de sacrificio que le hizo tocar el techo en su deporte, Chiqui Sans regresa a A Coruña para colaborar en el torneo de waterpolo que lleva su nombre, el fin de semana que comienzan los Juegos Olímpicos. Él estuvo en cinco, incluidos los que se celebraron hace veinte años en su ciudad.

–¿Su primer recuerdo de una cita olímpica?

–Tenía siete años y me acuerdo que mi hermano Joan participó en Múnich’72. Cuando lo vi regresar con una maleta tan grande llena de cosas y recuerdos, desde ese momento quise vivir la experiencia.

Antes de la final de Barcelona me sentía como un gladiador que iba a la arena

–Y después de cinco comparecencias, ¿los últimos se viven con la misma ilusión que los primeros?

–Sí, porque siempre hay objetivos que conquistar. En mis primeros Juegos, Los Ángeles’84, fuimos cuartos, y nos quedamos con ganas de una medalla. En los de Barcelona’92, llegamos a la final, pero no logramos el oro. Y en Atlanta’96, por fin lo conseguimos, ¡y encima marqué el tanto de la victoria!

–También estuvo en Seúl’88 y Sydney’2000. Y cinco Juegos dan para muchas anécdotas.

–Sí, pero sobre todo recuerdo dos momentos de Barcelona’92. Tenía la manía de lanzar el sombrero al público en la ceremonia inaugural, y al entrar en el Estadio Olímpico estuve pendiente de a ver quién lo cogía. Y el otro momento especial fue justo antes de la final. Catorce mil personas apoyándonos y me sentía como un gladiador antes de saltar a la arena.

–¿Cómo ve las opciones españolas para Londres?

–No sé si por haber sido deportista pero me gusta hacer pronósticos optimistas. Hace una semana hubiera apostado por dieciocho medallas, pero después de bajas importantes como la de Nadal, creo que conseguiremos unas quince.

–Tras tantos años de sacrificio hubo un momento que tuvo que retirarte. ¿Cómo dio ese paso?

–Ya con 24 años me mentalicé que tenía que estudiar, y fueron años complicados, porque era difícil compaginar las dos cosas. Pero mereció la pena y ahora me encargo de las relaciones institucionales en la Unión de Federaciones Deportivas de Cataluña. Sigo vinculado al deporte, que era lo que quería. n