La suerte no dejó de lado ayer a la ciudad de A Coruña, a pesar de que el premio más atractivo, el Gordo, sí paso de largo, al igual que en el resto de Galicia. Eran las 10.24 horas de la mañana cuando los niños de San Ildefonso Roberto Constantinescu e Ilyas Akrouh cantaron el segundo de los ocho Quintos del sorteo de la Lotería de Navidad, el 06293, con 60.000 euros a la serie.

Fue la administración La Grulla del centro comercial Carrefour de Alfonso Molina la que repartió el premio en la ciudad, un total de 251 décimos, lo que suponen un millón y medio de euros. “Es una alegría, trabajas con esa ilusión de dar premios pero estoy un poco en shock”, dijo María Lourdes García, titular desde hace cuatro años de dicho despacho y que ayer se enteró de la buena nueva mientras regresaba de Santiago con su marido; “me llamaron los de la delegación de Loterías para decírmelo, hubo mucha gente que se enteró antes que yo”, aseguró visiblemente emocionada y nerviosa a su llegada al centro comercial a eso de las once de la mañana.

Se trata del primer premio que reparte La Grulla en el sorteo de Navidad, aunque ya cuentan en su palmarés con un primer premio en el de 6 enero de 2016 y un segundo en el mismo sorteo pero del pasado año.

El hecho de haber vendido todos los décimos por ventanilla les hizo pensar que el premio se quedaba en la ciudad, aunque un grupo de amigos de Salamanca adquirió 30 décimos que llevaron hasta Ciudad Rodrigo 180.000 euros.

Mañana dulce 
La confitería Chanán de la avenida de Pedralonga confió, como todos los años, su número de la Lotería de Navidad a la administración de Carrefour, a la que compró casi la mitad de los décimos que despachó, 130, del 06293 –repartió 780.000 euros–. “No lo elegí yo esta vez porque nunca nos tocaba así que les dije que me trajeran uno al azar”, comentó una de las propietarias, Gloria Pastore.

El negocio familiar –llegaron a la ciudad hace más de 30 años desde Uruguay– recibió ayer a numerosos clientes que quisieron brindar con sidra gallega para celebrar el pellizco. “Yo entraba todos los días y miraba para el número y decía ‘también como no me toque.. Y eso que no soy jugadora’”, comentaba Carmen, una de las habituales a la confitería, al igual que María José, Azucena, Rosi y Paula, que confesaban que todavía no habían pensado en qué invertir los 6.000 euros del décimo aunque sí que iría “para un caprichillo”. Quien sí tenía claro en qué gastarlos era una de las reposteras del negocio, Jackeline, a quien el temporal Fabien le arrancó el tejado de su casa el pasado sábado.

Una de las anécdotas de la jornada la protagonizó Marcos, amigo de la familia, que cumplió 44 años ayer y pagó el décimo “in extremis”. “Siempre me guardan un décimo y este año lo pagué cinco minutos antes de que tocase”, destaca. 

Con todo, aunque la jornada fue todavía más dulce de lo habitual, en la confitería de Pedralonga, los hornos no pararon de funcionar. "Es una emoción muy grande porque nunca nos tocó nada pero ahora toca seguir trabajando".