Hablemos de cine… porque hablar del séptimo arte ha supuesto durante todo el 2018 hablar de igualdad, de acoso sexual, de brecha salarial, de discriminación.
El año pasado estuvo marcado por los escándalos sexuales: el caso Weinstein o el de Kevin Spacey, ambos se sentarán en el banquillo, son los más populares pero en ningún caso los únicos.
Con ellos surgió el movimiento Metoo, que dominó la actualidad del sector y que rebasó las fronteras americanas para trasladarse, no sin cierta polémica y desacuerdo, a Europa.
Viendo las crónicas de los Oscar de este año me llamó la atención un titular: “El gran perdedor es el Metoo”. Tuve que bucear para encontrar referencias al movimiento en la edición de 2019. No hubo reivindicaciones ni denuncias, la prensa no hurgó en la vida de nadie buscando historias de abusos.
Ya sabemos que en los States todo es a lo grande y es posible que esa explosión, que más de una calificó de revolución, se haya disipado como la niebla de una mañana de invierno.
Pero no comparto el titular. No creo que este movimiento, con todos sus defectos, pueda ser considerado como perdedor o fracasado. Ha cumplido con la función de propagar por el mundo entero una realidad escondida durante décadas, ha puesto todos los focos sobre unas prácticas totalmente reprochables por machistas pero que la sociedad en su conjunto permitía. Ha despertado conciencias de los que no querían ver y ha sorprendido a quienes creían que gozaban de total impunidad para actuar de forma delictiva.
A miles de kilómetros de distancia y a años luz de la opulencia y el glamour de Hollywood también han llegado los aires del Metoo. En Burkina Faso, un país escasamente conocido de Africa occidental, tiene lugar desde hace cincuenta años un festival de cine y televisión, se llama Fespaco (Festival Panafricano de Cine y televisión) y se celebra bianualmente en Uagadugu, capital del país.
Llevan, por tanto, 25 ediciones. Uno de los galardones más codiciados, el de mejor película, se llama Semental de Oro (el nombre ya lo dice todo) y, cómo no, nunca ha recaído en una mujer.
Lo cierto es que en esta edición son muchas las directoras y cineastas africanas que han decidido alzar la voz y reclamar el espacio que merecen: son cientos las mujeres que copan las escuelas de cine y televisión.
¿Y por casa...?
El próximo fin de semana llegan los Mestre Mateo, los premios del sector audiovisual gallego. Una industria de talento técnico y creativo que siempre ha contado en todos sus equipos con mujeres profesionales destacadas. Cierto es que en la categoría de dirección aun queda mucho por hacer, pero me quedo con la buena noticia y ejemplo: este año la gala estará dirigida por una directora.
Un síntoma de que la enferma evoluciona adecuadamente.