Necesidad de protección social

Hay datos objetivos que revelan la necesidad de mantener e incrementar la protección social para hacer frente a la persistente desigualad que se produce por el aumento constante de pocos que tienen mucho y de muchos que tienen poco.
Esta situación no se corrige mientras los buenos resultados macroeconómicos que registra nuestra economía no se traduzcan y trasladen a los sectores sociales más desfavorecidos y a la clase media que tuvo que sufrir la injusta gestión social de la crisis.
En primer lugar, porque el aumento de la edad media de vida de las personas no coincide con el correlativo aumento de los bienes y recursos necesarios para su subsistencia y contribuye al aumento de los gastos sociales.
A agravar esa situación contribuye también el aumento de las personas dependientes, necesitadas de mayores atenciones y prestaciones medico- farmacéuticas y hospitalarias.
Esa situación obliga a revisar la edad y condiciones de la jubilación, la garantía y poder adquisitivo de las pensiones y los estímulos fiscales y económicos que puedan aprobarse para la prolongación de la vida laboral y promover nuevas ocupaciones que permitan el mejor aprovechamiento del tiempo libre, sin olvidar el aumento del empleo y de las retribuciones salariales para mejorar los ingresos y financiación de la Seguridad Social.
Si se quiere que el crecimiento económico vaya acompañado del correlativo desarrollo social es necesario que la protección social siga corrigiendo  las desigualdades existentes, con el fin de que el “darwinismo social”, que favorece a los más ricos y poderosos, no se imponga a una situación más justa y equitativa de la población y del disfrute y acceso a los bienes y riqueza producidos.
Sólo una prestación social mantenida en el tiempo y progresiva en sus efectos y atenciones puede ser eficaz, no sólo contra el “darwinismo social” antes citado, sino contra el “neomalthusianismo” que fracasó en sus augurios de hambre y pobreza para la población por desconocer que, aunque la producción crece a un ritmo menor que la población, las personas no sólo son sujetos consumidores sino también creadores, productores, investigadores e innovadores.

 

Necesidad de protección social

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