No importa que el ministro de Seguridad Social se entere por la prensa de una rueda de prensa conjunta con Pablo Iglesias, porque lo importante es que ha hablado con el Presidente y saldrá adelante la renta mínima pese a que Escrivá pide tiempo para atar flecos de una medida de enorme impacto. No importa que UP, partido de Gobierno, aproveche la mínima para atacar al Jefe del Estado. No importa que ERC se desmarque y, desde luego, no importa que JxC insista en el derecho de autodeterminación. Nada importa. Nada merece el más mínimo reproche del Presidente del Gobierno ni de su portavoz Lastra.
No importa nada. Todo se comprende o se ignora. Todo menos las críticas de Casado, el mismo que le dijo hace más de tres semanas, “no está solo”. Al líder de la Oposición se le invita a un acuerdo sin método ni contenido concreto, a través de una rueda de prensa, con fecha incluida, y a quien, por cierto, nadie del Gobierno le ha dado respuesta a las múltiples sugerencias que viene lanzando desde hace semanas. Solo importa Casado a quien todos tenemos que agradecer que el confinamiento siga en vigor. Los demás, la mayoría de progreso, hizo aguas cuando tocó votar la prórroga.
La última, que a la hora de escribir estas líneas no se ha desmentido, es que mañana Sábado acaba el plazo para que el líder de la Oposición dé una respuesta a la propuesta de pacto de Sánchez.
Tengo la certeza de que finalmente Pablo Casado no dejará su silla vacía pero no tengo tan claro que dure mucho en los eventuales encuentros. Todo va a depender del Presidente que es el que tiene voto de calidad. Si Sánchez va a reír las gracias de los independentistas catalanes, si aboga por una fiscalidad al estilo Podemos, si se ignora, cuando no se censura o ignora al sector privado sin tener en cuenta su ingente colaboración en la actual situación, si lo que se pretende, en fin, es que el PP de cobertura a las políticas de la llamada mayoría de progreso que convirtió a Sánchez en Presidente, el acuerdo está llamado al fracaso.
Hay que matizar. Está llamado al fracaso el acuerdo con el PP porque si la mayoría de la investidura se mantiene, el Gobierno no necesita de nadie más para llevar adelante la política que considere correcta. Se bastan y se sobran si todos los que votaron a favor de la investidura se mantienen en sus posiciones iniciales. ¿Por qué el Presidente no intenta ese acuerdo con la mayoría a quien tanto debe?.
Bien sabe Sánchez que con grupos que representan fundamentalmente legítimos intereses territoriales y abogan por iniciativas que requieren de modificaciones constitucionales, le valen para lo que le valen: para hacerse con La Moncloa pero cuando se trata de hablar de España como país, la canción cambia de letra y de música.
Resulta sorprendente -no quiero ir más allá en mis juicios- que cuando la música y la letra se han vuelto tristes y complicadas, Moncloa trate al jefe de la Oposición como si fuera un mindungui sin una sola llamada de cortesía, poniendo fecha de manera unilateral y además escuchando por boca de la portavoz del Gobierno con que espíritu había que ir. ¿A quién se refería?.¿A los independentistas catalanes?, ¿A Bildu?. No. El mensaje era para Pablo Casado porque a los demás, el Gobierno les “perdona” todo. Todo es comprensible. Se comprende, se perdona todo y a todos menos a Pablo Casado y es que en estos momentos y en las actuales circunstancias y en las que se avecinan, solo el concurso de Pablo Casado importa.
Es más que comprensible que Casado muestre una cierta resistencia y tenga, cuando menos, una pizca de desconfianza. Sánchez no ha hecho méritos para otra cosa.