La sociedad es múltiple, compleja y dinámica. Por eso, no es fácil someterla a fórmulas rígidas y simples que no se ajustan a la realidad.
Así ocurre con el maniqueísmo, que reduce la conducta humana a dos actitudes irreductibles, radicales y permanentes, dividendo a la sociedad en personas buenas o malas, generosas o egoístas, pacíficas o violentas, valientes o cobardes, santas o demoníacas.
Este enfoque polarizador reduce la complejidad social del comportamiento humano a un falso esquema dualista que no se da en la vida real. En efecto, en la vida no hay sólo blanco y negro; también existen los grises y otros colores intermedios.
La vida social de las personas es incompatible con los extremismos excluyentes y también con un sistema pendular que le lleve de un extremo a otro sin pasar por fases o estados intermedios.
Se ha dicho que la realidad es más prolífica y rica que la fantasía. Esa realidad es la que nos enseña que las cosas suelen tener más de una interpretación, lo cual, no quiere decir que unas interpretaciones no sean más acertadas que otras.
Normalmente, el conocimiento de la realidad y su enfoque, positivo o negativo, depende, más de la óptica del observador, que de la propia realidad observada. Este subjetivismo, a diferencia del escepticismo, no niega la realidad; pero sí la explica a su manera, es decir, desde su particular punto de vista.
También en esa visión influye el carácter optimista o pesimista del observador, pues, en esos casos, una misma realidad no merece idéntica consideración y tratamiento. Todo depende de dónde se ponga el acento. Esta diferencia es la que nos permite afirmar que el optimista piensa más en la solución que en el problema y el pesimista piensa más en el problema que en la solución.
El maniqueísmo no deja margen ni al justo medio que defendía Aristóteles ni a los cambios o rectificaciones de comportamiento que pueden producirse cuando las condiciones y circunstancias cambian profunda y esencialmente. Por eso, cuando se dice que los contratos y los acuerdos deben cumplirse, “pacta sunt servanda”, siempre se reconoce que eso sólo se mantiene “rebus sic stantibus”, es decir, estando así las cosas.
Frente al maniqueísmo que, según el diccionario de la lengua, es la visión de la realidad o actitud de quien no contempla los matices y lo reduce todo a dos principios opuestos, debe destacarse el pensamiento dialéctico de Hegel que establece como proceso del razonamiento la tesis, la antítesis y la síntesis.