Y ahora la cuestión parece ser ¿Cuántas vidas hacen falta para salvar la economía? ¿Cuánto dinero podemos gastar, invertir, para salvar tres, cuatro, cien, mil vidas? La nueva ola o el rebufo de la primera ola, coloca frente esta disyuntiva no solo a los que deciden sino a todo nosotros, los ciudadanos. No hará falta recordar que las políticas neoliberales nos dejaron de herencia una sanidad llena de agujeros. A esa desatención hacia lo público se le sumó un descarado apoyo a la medicina privada. Hay demasiados ejemplos para tener que insistir en este tema. Además la precarización en el salario de los sanitarios dio paso a la “emigración” de miles de ellos hacia otros lugares. Así, cuando alguien establece comparaciones con otros países, las cifras de inversión en sanidad nos hacen sonrojar.
Este es el panorama. La realidad nunca fue tan elocuente como en estos días. Y así las cifras de hoy –víctimas, ingresados, contagiados– dan escalofríos.
Y hay que tomar decisiones y es necesario el compromiso de los ciudadanos. Las administraciones tienen que actuar con diligencia y los partidos políticos dejar a un lado sus diferencias. Pero tanto o más importante es la colaboración, el compromiso, de los ciudadanos con sus iguales y, más aún, con los que peor lo pasan.
Un ilustre compañero hacía las siguientes preguntas a sus conciudadanos ¿Voy a la oficina y me arriesgo al contagio o soy yo el que contagia? ¿Me reúno con la pandilla para debatir los resultados de la Liga?
Y todo eso, y reflexiones similares, deben regir etapa que llaman “de nueva normalidad” y es, ciertamente de lo más anormal que hemos conocido. Y llegó el estado de alarma y ya se habla de volver al minuto cero del mes de marzo con un confinamiento similar .Para la mayoría de los profesionales sanitarios la decisión es necesaria y para una mayoría las medidas se quedan cortas. Tal vez si “echamos una mirada” a países como Francia y Alemania, tienen razón los segundos.
Aquí en nuestro entorno, “atopamos” unas declaraciones del conselleiro de Sanidade. Pregunta el periodista ¿cuántos rastreadores hay en Galicia? No voy a cambiar el disco, responde el Conselleiro. Insiste el periodista. Vamos que no va a dar más datos. Y hay otra pregunta ¿cuántos trabajan en la central de seguimiento de contactos? Respuesta: los necesarios. Por su parte Feijóo bendice el estado de alarma después de criticarlo, cambiándole el nombre.