El Presidente francés ha prohibido recientemente que los diputados de la Asamblea, contraten a familiares. Se trata de una medida que se inscribe en la moralización de la vida pública que Macron se comprometió a defender durante las elecciones presidenciales, tras varios casos de corrupción, reproducidos en la actualidad y que obligaron a tres de sus ministros a dimitir por sospechosos de contratos ficticios.
No cabe duda que la corrupción en la vida política y, sobre todo, en quienes tienen y ejercen el poder, es una tentación que amenaza convertirse en habitual y permanente.
El nepotismo que etimológicamente se aplicó en un principio a sobrino y nietos, se extendió posteriormente a toda clase de familiares y amigos.Rechazar el nepotismo es, pues, una manera de combatir la corrupción, porque es inaceptable que un dirigente político decida destinar recursos y dinero público a un familiar o amigo por simple afecto o simpatía.
El nepotismo, como otros muchos casos de corrupción, obedece a la tentación perversa de confundir lo público con lo privado, es decir, utilizar lo público como propio y privativo para dedicarlo al lucro o interés personal o no al interés general o de la comunidad.
Dispensar trato de favor hacia familiares y amigos, concediéndoles cargos o empleos públicos, es un comportamiento corrupto y además una vulneración de derechos humanos según el número 2 del artículo 21 de su Declaración Universal. En la norma antes citada se condena el nepotismo por constituir una vulneración del derecho de acceso a la función pública a todos los que se ven privados de la oportunidad de optar y competir por dichos puestos.
No hay que olvidar que la forma más frecuente de crear una “red clientelar” en el ámbito político, consiste en disponer libre y arbitrariamente de los recursos públicos para primar, favorecer y comprometer al mayor número posible de seguidores o incondicionales.
También contribuye al anterior objetivo la llamada “empleomanía” que consiste en crear empleo para los empleados y no en conseguir empleados para los empleos, pues como es sabido, la función crea el órgano y no a la inversa.
Como ejemplo significativo de que el nepotismo puede incluso afectar a espíritus nobles, merece citarse el caso de Platón que nombró director de la Academia, por el fundada, a un sobrino suyo y no Aristóteles que era su alumno preferido y su discípulo predilecto.