Sin ánimo de caer en lo pretencioso, creemos que la Sinfonía nº 6 de Mahler no tiene demasiado que ver con las cinco anteriores excepto en las duraciones de sus movimientos y, como no, en ese sello particular del autor que circula interiormente en las frases, compases o giros melódicos de cada una de sus partituras, independientemente de la época o período estético en el que hayan sido compuestas.
Al menos en sus cinco anteriores monumentos sinfónicos, Mahler articula un sabio y preciso tratamiento de los materiales orquestales y los pone al servicio de un fin predeterminado: la consecución de una particular y arrebatadora expresividad musical que nace de su marcada impronta confesional.
Claro que todo este lenguaje compositivo suele reservar su papel más importante para la melodía, la cual, a través de una delicada fluctuación de movimientos e intervalos mezclados con sus siempre variables pesos rítmicos, constituyen todo un imaginario poético-musical de inalcanzable plenitud expresiva: por definición, el mundo de Gustav Mahler.
Esta 6ª Sinfonía fue diferente para el compositor, pues deja atrás la efusividad expresiva de su paleta de colores tímbricos para mostrar otro tipo de mundos no tan figurados y sí más realistas, en los que la búsqueda de la soledad desde un prisma, por momentos tétrico, consigue tras su escucha una sensación de desazón interior.
A pesar de todo ello y de que esta no es una obra de “concurso”, el público coruñés vibró emocionado ante semejante complejidad estructural, tal y como quedó patente en las numerosas ovaciones y bravos al interpretar la orquesta su último acorde, mejor dicho, nota.
Tal y como comentó en el escenario el gerente de la OSG, Don Andrés Lacasa Nikiforov, la Orquesta viajará la semana que viene a Emiratos Árabes con dos programas diferentes, uno de los cuales lo configurará esta sinfonía.
Esperemos que el público de esos países tan lejanos de nuestro círculo cultural habitual aprecien el magnífico trabajo que ha realizado su director en esta obra, así como el grado de conjunción, detalle y buen gusto que mostró el conjunto de músicos en el pase previo del martes pasado.