MATO: NI PUÑETERA IDEA

Ana Mato  de profesión, sus coches  y sus fiestas infantiles, acaba de chocar, una vez más, con las Comunidades. Nada menos que cinco autonomías una del mismísimo PP rechazan el reparto de fondos para la pobreza infantil. Se destinan 17,4 millones  a las familias con niños en situación de vulnerabilidad, y, así, se ha reabierto la herida del reparto autonómico. Por lo pronto, Cataluña, Andalucía y Galicia rechazaron la forma de distribución, que se va a realizar según la tasa europea Arope, que tiene en cuenta la baja intensidad de empleo en los hogares, pero no valora el volumen de población. De momento, la consejera de Políticas Sociales de la Junta de Andalucía dijo que el criterio escogido para el reparto es “una auténtica chapuza” y explicó que “perjudica a las comunidades con más población”
También, con dos riñones bien puestos, Beatriz Mato, se plantó ante el Gobierno central “para que el próximo año tenga en cuenta la población, y no sólo la tasa de pobreza”. De la misma opinión fue Cataluña. ¿Y que hizo la Mato? Para mí, que tuvo una caída de pequeña y le afectó bastante: restó importancia a tan grave asunto, aun cuando una de las críticas más fuertes y graves procediese de su propio partido. Pero es que esta ministra duerme permanentemente el sueño de Morfeo.
También Asturias y Canarias mostraron su rechazo al fondo por insuficiente. Vamos que de la Mato se puede decir aquello de la copla: “Por donde quiera que voy, va el escándalo conmigo”. Sólo en una cosa es fiel a sí misma la Mato: en el apellido. A la buena señora no le quedó otro remedio que comprometerse a revisar los criterios en que se basa el reparto y la pregunta de España entera es: ¿Para cuándo la revisión? Es que el reparto actual supera el puñetero  límite de la injusticia. Juzguen ustedes mismos: para un niño andaluz, 1,90 euros para un chaval ceutí 153 euros. Es para descojonarse de pena. Aun así, el reparto es salvajemente mezquino: 16 millones de euros/año, o sea, menos de un millón por autonomía. Y esa “porquería”, a repartir entre 2,3 millones de criaturas. Sale a 7 euros por cada “niño pobre”. Qué asco, qué vergüenza. Por esa cantidad comen, pero bien, en los comedores de los parlamentos nacional y autonómicos, ya que el estado ofrece recursos para que llenen el mondongo sus señorías. Pero los que sufren este bochorno infantil son los profesores: “Los niños guardan los mendrugos para cenar en casa”, “muchos se adormecen en clase o se desmayan, pues vienen sin desayunar”. Son frases de los maestros. Pero la odiada clase política, venga ágapes, venga guateques, venga comilonas, venga homenajes. ¡Que asco!

MATO: NI PUÑETERA IDEA

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