El espectáculo sucedido en la Diputación de Lugo, hace apenas 72 horas, o lo acontecido en el Ayuntamiento de Lugo hace dos semanas, cuando un partido minoritario obligó al PSOE de Gómez Besteiro a prescindir de López Orozco de la forma más desleal, son casos que deberían hacernos reflexionar sobre la necesidad urgente de reformar la ley electoral de nuestro país, con el único objetivo de que gobierne quien gana las elecciones, lo que conllevaría necesariamente que gobierne la lista más votada, evitando así los chantajes antidemocráticos de partidos minoritarios y radicales
El grotesco espectáculo protagonizado por el PSOE lucense en la sesión de constitución de la corporación provincial es ejemplo claro del escaso liderazgo político del secretario xeral de los socialistas gallegos, José Ramón Gómez Besteiro. Más grave aún tratándose de su provincia de origen y de la Diputación en la que él mismo gobernó durante ocho años. Esa falta de liderazgo y de lealtad hacia los suyos le ha llevado a sacrificar en la pira de la intolerancia política a compañeros de su propio partido con tal de conservar el poder. A cualquier precio.
Esa obsesión amoral por el poder le ha llevado a dar con la puerta en las narices primero a López Orozco, a quien obligó a dimitir y sacó del ayuntamiento de Lugo por la puerta de atrás y después a González Santín, leal colaborador, y al alcalde de Becerreá, Manuel Martínez, en una huida hacia adelante con un único objetivo: gobernar en el Ayuntamiento de Lugo y en la Diputación, sin haber ganado. Su falta de escrúpulos políticos le llevan a aceptar cualquier escenario a cualquier precio, con tal de evitar que gobierne el Partido Popular y con tal de evitar que gobierne la lista más votada.
Ese es Gómez Besteiro, el líder de un partido que vaga sin rumbo hacia la irrelevancia política más absoluta, porque Besteiro ha decidido ganar perdiendo y no respetar ni a sus compañeros de partido ni la voluntad democrática de los ciudadanos expresada en las urnas. El de Besteiro es un partido entregado a la izquierda radical que representa en verdad a una minoría de la sociedad gallega. Ese es Besteiro, el líder de la nada, que va tirando por la borda los principios más elementales de un partido democrático.