Se levantó la veda: ya tenemos los primeros condenados por los múltiples robos que se produjeron en algunas cajas de ahorros en el transcurso de los años del “boom”, que condujeron a la desaparición de dichas entidades tras provocar un agujero de 48.000 millones. De momento, han sido condenados cuatro directivos de Caixa Penedés, pero aquí, en Galicia, bueno será que recordemos que hubo varios implicados, prebostes de alto “ringo-rango” que en algunos casos se ha ido de rositas. La gente del Penedés no entra en la cárcel, a pesar de haber cometido un delito de administración desleal. La pena ha sido inferior a la que solicitaba el fiscal porque el juez ha tenido en cuenta que los directivos se reconocieran culpables y han devuelto el dinero defraudado, 28,6 millones, que los “coitados” se autoconcedieron en concepto de pensión de jubilación.
Que vayan tomando recortes los exdirigentes de Caixa Galicia. Todos los pillos tienen suerte y en el tablero gallego de la estafa, el abuso y la defraudación, algún exdirectivo anda por ahí libre como los pájaros y disfrutando de la “chea” de millones que estafó al sufrido pueblo. La sentencia a los del Penedés califica el comportamiento de estos exejecutivos de “maliciosa e insidiosa porque burlaron los controles de la caja “mediante procedimientos engañosos” para perpetrar el desfalco.
Menos mal que en el caso del Penedés se recuperó el dinero, pero ¿qué ha pasado en el caso de Galicia? Ya nos gustaría que ocurriera algo similar, pero ¡que si quieres arroz, Catalina! Por ejemplo, al valenciano Rafael Blesa se le condenó a ocho años de prisión, pero no ha devuelto ni un solo euro de lo defraudado, ni está dispuesto a hacerlo. ¿Se trata de varios casos idénticos aquí, en Galicia? ¿Vamos a echar tierra encima? ¿Es que el tiempo todo lo borra? ¿Es que los estafados no quieren o no pueden tener memoria?
Dicen que la Justicia es lenta, pero llega. Ya nos gustaría que en Galicia se cumpliera el axioma. De momento, todos están vivitos y coleando.