ostó entrar en estado de alarma con el consiguiente confinamiento, recurso utilizado desde tiempo inmemorial, para hacer frente a las pandemia y ya estamos con las puertas abiertas. Lo vivido parece una pesadilla, algo que no nos ha ocurrido a nosotros pero nos ha ocurrido,¡¡vaya que si ha ocurrido!!.
Sin embargo, a muchos ciudadanos se les ha olvidado demasiado pronto y así nos encontramos con botellones, aglomeraciones para ver a futbolistas, fiestas sin protección ni distancia alguna. Vemos, en fin, unos alardes de irresponsabilidad que claman al cielo.
¿Qué tiene que ocurrir para que todos y cada uno de nosotros sigamos unas mínimas pautas de comportamiento?.
Pasear por la calle y ver a los demás con mascarillas, tener que hacer cola antes de entrar en una tienda, tener que pedir hora para ir a una peluquería entrañan una forma de vivir distinta a la que estábamos acostumbrados pero tendremos que acostumbrarnos porque el virus, amenaza letal, está con nosotros.
Nada ha acabado. Ahora, culminada la exacerbación de contagios, se trata de aprender a convivir con esa amenaza que en forma de partículas imperceptibles puede causar una extraordinario dolor, y en muchos casos, la muerte.
La próxima semana España será un país con las puertas abiertas. Es más que comprensible que desde el Gobierno se inste y se ayude a la recuperación económica. Hay que ponerse siempre en el lugar del otro y entender las angustias del sector turístico, de los autónomos, del pequeño comercio de miles y miles de personas que no saben si volverán a su puesto de trabajo. Las ayudas e incentivos que se les puedan dar son obligadas y bienvenidas pero al mismo tiempo es muy importante no perder la cabeza, no lanzarse, como si no hubiera un mañana, y pensar que estamos a salvo. No estamos a salvo de nada.
La capacidad del Ejecutivo para colocar mensajes es absolutamente magistral y este es el momento para que esa capacidad se vuelque en advertir a todos, sin distinción, de que es justo ahora cuando hay que ser especialmente responsable y cauteloso. No deben temer nuestros responsables políticos tanto del Gobierno central como de los ejecutivos autonómicos, en alertar con toda contundencia de que el riesgo existe porque el virus está aquí, con nosotros. No deben temer que les llamen alarmistas o agoreros. Es pura responsabilidad.
Comienzan los rebrotes tanto en China como en países europeos. La lección ya la tenemos aprendida. China está lejos de España. Lo estaba también en Febrero y ahí están las consecuencias de no haber tomado medidas a tiempo, cosa que ocurrió tanto en Italia -a tres horas de avión- como en España.
Cuando se han conocido de cerca enfermos por coronavirus o familiares de fallecidos hay imágenes, de fiestas, paseos y aeropuertos que ponen los pelos de punta. Somos muchos los que percibimos un excesiva alegría, una excesiva apertura, sin controles que deberían ser exhaustivos, con el objetivo a corto plazo de salvar, en la medida de lo posible, la temporada turística y, efectivamente, hay que intentar salvarla pero somos nosotros, todos nosotros, los que nos debemos salvar primero.