Cincuenta años. No sé cuántas personas pueden presumir de haber estado al frente de una institución tanto tiempo, pocas me vienen a la cabeza. Gonzalo Ortiz ha dirigido la Cámara de A Coruña durante cincuenta años, todo un hito, desde luego, que creo debe ser reconocido y del que debe quedar constancia.
Desde que tengo el honor de presidir la Cámara coruñesa he tenido en Gonzalo el más fiel de los aliados. Nadie como él conoce el mundo empresarial de A Coruña y pocas personas han trabajado tan intensamente en la defensa de los intereses generales del empresariado coruñés y, por ende, de nuestra ciudad. Porque, para Gonzalo, A Coruña es su vida y así lo ha demostrado en innumerables ocasiones. Solo puedo trasladarle mi más sincero agradecimiento. Trasladarte, Gonzalo, que sé que leerás con sorpresa (espero) estas palabras que te dedico. Un agradecimiento que va más allá de la esfera profesional, por lo que quiero trasladarte un enorme agradecimiento personal por estar, siempre, cuando se te ha necesitado.
Gonzalo Ortiz es parte fundamental de la historia de la Cámara de Comercio de A Coruña, una institución a la que ha dedicado la mayor parte de su vida y cuya gestión, de justicia es reconocerlo, ha situado a esta entidad entre las más solventes y saneadas del sistema cameral español. Por ello, valoraré siempre su opinión sobre los asuntos más trascendentales que afecten a esta Cámara y, por supuesto, al desarrollo de la ciudad y su área.
Son innumerables las muestras de afecto y de respeto a Gonzalo que he presenciado a lo largo de los años. Trabajar con él ha supuesto, sin lugar a dudas, una apertura al diálogo y al entendimiento con los principales agentes económicos y sociales, a todos los niveles.
Siempre estaré agradecido a la persona que, desde los años 80, me abrió las puertas de esta institución centenaria que hoy tengo el orgullo de presidir. Han sido muchos e importantes los proyectos llevados a cabo. El hueco que deja es grande, pero su legado lo es aún más. Los que nos quedamos en la Cámara lo tendremos siempre presente, en cada rincón por el que pasemos, en cada despacho, en cada reunión, en cada café…
Las palabras se me quedan cortas para expresar todo el agradecimiento que la Cámara le debe al que fue su director general. Ahora da comienzo una nueva etapa que, sin duda, estará marcada por su impronta. El reto es grande.
Gracias, Gonzalo, siempre.