Quizás sea porque, alejado del tumulto político, el tablero del juego se ve con mayor distancia y cada vez con menos pasión. Es una suerte de resignación crítica a lo que a cada instante más que suceder, nos golpea y acrecienta nuestra sensación de impotencia. Quizás haya también un rescoldo de deseo o de esperanza en que en algún momento reaparezca algún atisbo de, ya que no grandeza, al menos de sensatez en nuestros los dirigentes políticos, ante todo de quienes tienen el poder en su mano. O que alguno de estos, y pongamos que hablo de Sánchez, piense en su propio interés, que eso lo hace de continuo pero a un plazo algo mas lejano que pasado mañana.
Dándole vueltas, y no era fruto de insolación, porque refrescó el lunes y hasta se mojó la tierra, me vino un barrunto a la cabeza que poco a poco fue tomando cierta forma y algunas cosas dispersas a poder tener más sentido. Iré ya al grano ¿Y si lo que en realidad empieza a asomar la oreja es un hasta luego Podemos?
Al PSOE a pesar de ser irreconocible como partido socialdemócrata y haber entrado cada vez desde el zapaterismo en derivas populistas y escoradas hacia extremismos varios, y tener cada vez unas bases mas radicalizadas, tiene todavía un poso y, además, un instinto básico de permanencia y hegemonía en el poder y en la izquierda. Sánchez puede empezar a pensar, algunos de su propio gabinete ya lo llevan haciendo bastante tiempo, que seguir así con Podemos y con los separatistas no sea lo más conveniente. Que les ha valido para conseguir la Moncloa, pero ahora ya están en ella y aunque las matemáticas son muy complicadas e imposibles también lo son, en este caso totalmente, para el centro derecha, y que en tal tesitura una de las alternativas es ir escorando a Podemos, que se escora el solito y de manera cada vez más desaforada, al que además, aunque lo del Emérito se lo tape ahora y por tiempo, está metido en un buen número de charcos verdaderamente fangosos. Que puede ser el momento, pues, de dejarlos al lado. Y me parece que ellos, los morados, empiezan también a ver que eso puede estar más cercano de lo que se piensa. Porque algún día iba a ser, pero no parecía, ni en realidad parece insisto que esto no pasa de un barrunto, que pudiera ser tan pronto.
Pero algunas cosas chirrían cada vez más y por un lado están colocando al PSOE y lo peor, al presidente, en un brete. La cuestión de la Corona es una de ellas y aunque Sánchez no sea precisamente el baluarte de Felipe VI sino más bien el zapador no puede dejar que se note. Lo hemos visto en estos días pasados y hasta ha hecho salir a la palestra a Iceta. Podemos está sacando pecho, pero parece que más bien solo por las teles, porque por las urnas se está desplomando, vease Galicia y País Vasco, y estas otras sacadas, en este caso de los pies del tiesto criticando al gobierno del que forma parte tienen un limite de tensión en la cuerda. En septiembre es posible que haya que estar muy atento. Porque Europa tiene que mandar, unos a fondo perdido y otros como préstamo, muchos dineros, y aunque se haga lo posible para ocultarlo, las condiciones existen y chocan con las pretensiones populistas de Iglesias. A Bruselas que salieran del ejecutivo les sonaria a gloria y despejaría. El otoño lo tenemos encima y, olvídense de espejismo, va a calarnos hasta los huesos, lo mismo que luego nos congelara el hielo, no de temperaturas sino de realidades económicas. Eso por un lado y por el otro la pandemia, que puede ser paralizante de cualquier movimiento en este sentido pero igualmente y dependiendo de como se vaya presentando el bicho, que pinta muy malamente, un acelerantes. Porque repetir los errores que creen que han logrado hacer olvidar, que puede que eso si lo hayan conseguido, puede que resuciten ese recuerdo y, aun más, esta vez concluyan con la tragaderas de los españoles. Aunque se está demostrando que son increíbles. De bocas más grandes y bastas que las de los serones viejos.