Nada de lo que diga la Oposición, ni veteranos socialistas, ni documentos de rechazo, nada ni nadie va a lograr que el candidato socialista modifique su estrategia escenificada en el apresurado abrazo a Pablo Iglesias. Sánchez quiere un gobierno de izquierda, progresista, feminista y ecologista. La opción, sin duda, es legítima pero compleja, muy compleja de fraguar. Lo más fácil ya se ha hecho con un simple pero estudiado y programado abrazo.
Ocurre que el tal abrazo ha sido el abrazo entre dos que ni juntos ni por separado suman los escaños necesarios para poder gobernar. Es el abrazo de las debilidades que pretenden se conviertan en fortalezas a través de numerosos pactos. Tan numerosos como partidos hay en el Congreso, a excepción de Vox, PP y Ciudadanos.
El PNV, sin duda el partido más pragmático y con más experiencia en estas lides, va a apoyar la investidura. Lo mismo harán los partidos representados por un solo diputado y los canarios. El problema es ERC, cuyo apoyo es imprescindible. Y ahí radica su fortaleza y su problema.
Para darse tiempo a sí mismos y a los propios negociadores socialistas -y de Podemos- han convocado una consulta no vinculante. Buscan la respuesta de los militantes para no apoyar a Sánchez si no hay mesa de partidos... que es tanto como decir a Adriana Lastra, “mira lo que hay”. ¿Y qué es lo que hay?. Pues lo que hay es un optimismo contenido entre quienes con su abrazo han puesto en marcha un laberinto que esta vez, parece, puede encontrar la salida.
Todo va a depender de la capacidad de ERC para soportar las presiones de Torra; es decir de Puigdemont, que si bien ha dicho que no va a adelantar elecciones, si está pretendiendo crear un clima de opinión que acogote a ERC. Quiere poner al partido de Rufián entre la espada y la pared pero entre bambalinas, las partes implicadas -PSOE, Podemos y ERC- muestran un optimismo contenido. Creen, unos y otros, que al final habrá solución. Que es cuestión de buscar el discurso exacto con las palabras precisas para que lo que hoy aparenta ser un nudo se convierta en un hilo fino pero suficiente para salir del trance.
Con todo, cada día que pasa circula con más intensidad la teoría de que Sánchez está tranquilo, muy tranquilo. Si su apuesta no sale siempre podrá decir que lo ha intentado y que además no ha cedido a las pretensiones de los independentistas y será entonces, si esto se produce, cuando comenzara a circular el argumentario según el cual solo el PP sería responsable de unas eventuales terceras elecciones.
La intensidad de esta teoría no es tan fuerte como el deseo de Iglesias de estar en el Gobierno y, de nuevo, será Podemos y su versión catalana, quienes desplieguen todo su potencial dialéctico para que el optimismo hoy contenido, se desborde.
Como viene siendo habitual en los últimos tiempos, no hay más remedio que esperar acontecimientos. Es mucho más lo que se está hablando sin que nos enteremos que lo que sabemos. Por eso es mejor no hacer pronósticos. Lo más que se puede hacer es dejar constancia del estado de ánimo actual: optimismo contenido.