l virus, que nunca se fue, reaparece cada vez con mayor fuerza. Sánchez, tras proclamarse vencedor del mal, se solaza en la playa. El Gobierno comete idénticos errores que hace seis meses y Simón el “carraca” sigue diciendo las mismas mismas sandeces. Una sociedad avestruz, pueril e inerte, prefiere no verlo. Y Pedro se alegra muchísimo de que así sea porque de esta manera a su chamán Redondo le resulta mucho más fácil vender el bálsamo celestial que todo lo cura.
Porque en el país que encabeza mundialmente el desastre, tanto en porcentajes de mortandad, los 50.000, pobres a quienes, casi a la mitad se niegan a reconocer “ni muertos”, como en desastre económico, las pavorosas cifras del hundimiento de la riqueza y del trabajo y el desbocamiento, por mucho que lo maquillen y oculten también, del paro, resulta que su gobierno y su presidente proclama, y una pleyade abducida se lo traga a golpe de spot televisivo, que ellos lo han hecho mejor que en ningún lugar del mundo, que todo lo tenían controlado, que son unos héroes y que el gran caudillo y excelso timonel, Pedro Sanchez, ha derrotado a la bestia y triunfado sobre el mal.
Que nos ha salvado la vida, contando por lo bajo, a 450.000 de nosotros. Vamos que no se a que esperan sus “fieles” para ponerle la estatua, al estilo San Jorge y el Dragón, con el bicho vencido y muerto a sus pies tras descomunal combate. Eso nos vendieron en junio, ¿recuerdan?, aunque aquí no hay “memoria” que valga excepto de Franco y la Guerra Civil de hace mas de 80 años, y completaron la hazaña con la consigna definitiva. “Salimos más unidos y mas fuertes” como broche de oro de la descomunal hazaña.
Ni habíamos salido, ni hemos salido ni vemos el final de ningún túnel y estamos más tiesos que la mojama. Y la única acción real de nuestro gobierno es la “milonga simona”: “hoy te engaño más que ayer pero menos que mañana”, el autobombo y que no se escape una verdad por alguna tele. Que hasta ya da un poco igual. Las gentes, en buena parte, se llevan tragadas más ruedas de molino que gajos hay en una ristra de ajos y están dispuestos a tragarse las que vengan si se las dan para comulgar los “suyos”.
Las sociedades europeas están adquiriendo grados de infantilismo asombrosos y suicidas pero la puerilidad de la española marcha en cabeza, al galope, y con muchos cuerpos de ventaja. Al aclamar de lo malo, a lo peor se une el repudiar la realidad y abrazarse con alborozo a la mentira que la oculta.
Se ha hecho mucho por ello desde luego, desde unos medios de comunicación, con cum laude para los audiovisuales, que han caído ya no el desprestigio sino en la traición a su propio ser, razón y esencia ocultando muertos, dolor, ataúdes, lagrimas y tristeza para suplantarlos por aplausos, bailes y alegres celebraciones en los balcones. Con las excepciones bien conocidas, especialmente en radio y prensa escrita, de algunos medios y de un puñado de profesionales dignos, el seguidismo no solo ha sido vergonzante sino que en muchos casos ha superado tal cota con su catecumenismo militante y entregado a la causa, adelantado en sectarismo y entusiasmo en la tarea al propio Gobierno.
La siembra ha dado, amén del principal, el sueño opiáceo de la masa, otros frutos podridos: Si el virus no mataba, no heria mucho, no hacia daño casi, ni se lloraba ni había tragedia, si ademas ya estaba el bicho dando las boqueadas y en las últimas porque me voy a poner yo una masacarilla, que Simón otrora dijera que era innecesario estorbo, y seguir los consejos sanitarios?. Hablo al decir esto de gentes del común, normales, no de la kábila de trastornados de los mas diversos pelajes, unidos tan solo por la diarrea mental por las más diferentes causas, que se manifestó el domingo en Madrid donde no había parva de delirantes que no estuviera representada.
Me extraño que no se apareciera Buda, la Pachamama o la Virgen a algun vidente con el remedio “natural, natural”, y se lo ofreciera al pueblo. Gilipollez supina que añadir a la madre de todas ellas, la del 8-M y a su estúpida respuesta, el mitin “voceras” en Vista Alegre estas cometidas por quienes se supone tienen algo de raciocinio y responsabilidades de poder y representación.
Lo que viene, que no se fue, ya lo tenemos encima y ya no hay verano hasta el 2021. En la tregua no se ha hecho nada y nada es nada excepto seguir dándole al manubrio de intentar echarle las culpas a otro. El otoño va a ser de alivio y el invierno nos va a llegar el hielo, de enfermedad y economía, hasta el tuétano. La única buena nueva que puedo darles, y en la que hay cierto consenso médico, es que se ha aprendido mucho y afinado en el tratamiento. La mortalidad será sensiblemente menor. Por ese lado, por el de los profesionales de verdad de lo suyo, o sea los sanitarios, si cabe tener alguna esperanza a la espera de que llegue, que cuidado con las excesivas prisas la ansiada vacuna, que no va a ser para mañana pero confiemos que no se demore en exceso.
En fin, que aquí estamos, más o menos donde estábamos en marzo solo que con medio centenar de miles de compatriotas que ya no están y una economía devastada. Y aquí estoy dispuesto, ¡que remedio! a aguantar lo que nos caiga y lo que nos echen, que aún peor será. Pero soportar el Monsergón semanal, y duplicado, del Caudillo Salvador y Vencedor del Mal, san Pedro Sánchez, tomándome por gilipollas, por ahí no paso. Eso sí que no. A eso me niego.