Los señores de Spotify igual tienen que darle una vuelta a la idea de que cualquier pasajero pueda elegir la lista de reproducción que suena en el coche. Mi coche, mi música. Es una norma básica de convivencia. Y contribuye a la seguridad vial; si el conductor escucha lo que le gusta va contento y relajado, pero hacerle estar en una pelea por la siguiente canción, con otras cuatro voces reclamando su turno y dándole al botón de reproducción hasta que la aplicación se colapse es llamar al desastre. Hay cosas que no se tocan. Como la radio de un coche cuando conduce otro.