Uno en su gran ignorancia se imagina que si de algo debe saber un político es de leyes electorales. Resulta imposible imaginar un carpintero que no sepa de maderas, un fontanero que no distinga un grifo de un enchufe o un taxista que no tenga carné de conducir. Por eso, cuando Pablo Iglesias anunció que se iba a marcar un Illa y que no dejaría el ministerio hasta que se iniciara la campaña electoral todos dimos por hecho que se podía hacer. Y, al final, no es así. Ayer mismo dejó el Congreso (aunque a esto no estaba obligado) y el próximo martes saldrá del Gobierno. A esto último sí que le obliga la ley electoral, algo que, por lo visto, ni Iglesias ni nadie en Podemos, sabían. Pero es que acto seguido llega Toni Cantó, ficha por el PP para ir en la lista de Ayuso y pasa lo mismo, que no lo puede hacer si no está empadronado en Madrid dos meses antes de las elecciones. No lo sabían pero, por lo menos, a Cantó lo salvó la campana, ya que el político/actor estaba empadronado en Valencia y en Madrid, algo que, por cierto, la mayoría de los españoles no sabíamos que fuera posible. Pero ya se sabe que los políticos son los únicos capaces de hacer posible lo imposible.