Unos cuantos españoles, algo así como un par de millones, se están acordando de Murphy y de sus famosas leyes. Ahí están ellos, con la primera dosis de la vacuna de AstraZeneca –nunca le vamos a llamar Vaxzevria, eso es así– corriendo por su cuerpo y sin saber si van a recibir la segunda. ‘¿Y ahora qué hacemos, pedimos cita para que nos desinyecten?’. Pues quién sabe, en esta historia, cada vez más rocambolesca, puede pasar de todo. De momento, hay un mes de margen antes de la fecha prevista para la segunda parte de la inmunización y sería de agradecer que el Gobierno no dejase para el último momento la decisión, por aquello de no añadir más incertidumbre a nuestras vidas, que ya vamos sobrados. Las opciones, por ahora, son combinar vacunas –que si es como combinar bebidas alcohólicas ya sabemos que sienta regular–, dejar a los vacunados con una sola dosis o retrasar la segunda inyección de AstraZeneca, a la espera de los estudios. Va a ser que el principio del fin ese del que hablaba Pedro Sánchez era un amago.