Cada vez que asoman, rodeadas de cámaras, claro, la reata de políticos, el tropel de asesores, la bandada de papagayos microfonados, el rebaño de plañideras del partido y la piara de animalistas asfálticos con la monserga de la España Vaciada y su recetario por plasma y digitalizado, me entran aquellas ganas infantiles de agacharme para echar mano a una piedra y correrlos a cantazos.
Soy de campo y pueblo y aunque me marcharán de él, lo sigo sintiendo. Y desde que se inventó el mantra les ha caído una plaga que añadir a las que llevan sufriendo décadas. Las de antes, las de toda la vida, se sufren y llevan como se pueden, pero esta, encima, a lo que viene es a llenar de babas, de vacuidades, de gimoteos impostados y de soberbia urbanita, mentirosa y demagoga.
El campo y los pueblos son en realidad para ellos una postal, en la que hacerse fotos, hacer declaraciones y, en suma, contar cuentos y milongas que nada tienen que ver con la realidad, la vida y el quehacer cotidianos de los que en ellos viven e intentan seguir viviendo. Lo suyo, su cháchara, y no el territorio ni las labores ni las vidas de las gentes del medio agrario aunque sean pocas y cada vez menos, es la que está vacía. Vacía de entraña y de verdad y preñada, eso sí, de mentiras o, no sé si no es peor aún, de sandeces.
Así que entendí muy bien a Ana Iris Simón, cuando con toda sencillez y sinceridad, le espachurró el spot publicitario a Iván Redondo y dejó a Sánchez compuesto y sin palmera. Lo que dijo es no sólo la triste realidad que se vive sino a la aún más desoladora que está por venir. Que pueden llenar de placas solares lo que quieran si las casas están vacías, y de fibra y cable todo lo que haya que llenar si no quedan niños ni jóvenes ni gente que viva allí.
¿Solución? No la tengo ni la alcanzo a atisbar, como creo que todo aquel que quiera ver lo que hay. Pero algo si que me parece que es lo que lo poco lo mantiene y es a lo que no se quiere mirar.
Hablo, y déjense de quienes dicen que se van a ir a teletrabajar a la “postal”, que salen de naja en cuanto se pasa el miedo, del agricultor y del ganadero, los dos pilares esenciales y el verdadero y primordial ser de medio agrario, y a los que parece que son a los que ni se quiere mirar, ni escuchar ni atender. Empiecen, si de verdad les interesa por ahí, que es por donde hay que empezar.
Aunque ya les adelanto que para películas de Producciones Moncloa no están. Hace ya tiempo que no tienen un pase. Y aunque las ganas de agacharse a agarrar el canto se las aguanten no les extrañe que los manden a esparragar.