La media hora en la que Britney Spears resumió trece años de control, vejaciones y prácticamente esclavitud por parte de su padre no han servido para que la juez le devuelva su libertad como adulta. Seguirá tutelada por su progenitor, que, para completar el sainete, ahora quiere que se inicie una investigación con la que se puedan desmontar las acusaciones de la que fuera princesa del pop en una época que parece muy, muy lejana. A la mayoría el cuerpo le pide ponerse del lado del débil, pero siempre queda la duda. El estigma de la enfermedad mental es muy grande.