A pocos metros del área recreativa de Monteagudo (Arteixo) y de la iglesia románica de Santo Tomás, Enrique Casais mantiene desde hace cuatro años y dos meses a dos ejemplares de buey de los que llaman la atención por sus dimensiones y calidad.
Y es que Moreno y Negrito, que así han apodado las reses, pesan dos toneladas cada una. Casais, carpintero de profesión, dice que se hizo con ellas “como un capricho máis, por facer algo” y ahora ya son dos miembros más de la familia, “porque ata á neta lle leva idea estar con eles”.
Los compró con quince días y los alimentó con biberón, pero lo que comenzó como un entretenimiento ahora forma parte de su día a día. “Agora comen fariña, silo de millo e herba. Un deles é da variedade Angus, que polo visto é moi apreciada”, dice.
Son animales mansos, explica, “e se lles falas van deixando que te achegues a eles”, aunque Casais reconoce que impresionan y que una persona que no los conozca puede asustarse.
El vecino de Monteagudo asegura que no tiene planes para las reses y que la familia está encantada con ellas. “Antes poñíalles o xugo e sacábaos para chamar a atención, pero agora pasáronse un pouco da talla e xa chaman a atención eles sós”, bromea.