La actualidad manda, de manera que ahora mismo el foco está centrado en las idas y venidas de los recién indultados políticos independentistas, Junqueras y compañía. O en los gastos indebidos llevados a cabo por responsables de la Generalitat a los que ahora se reclama que los devuelvan.
O la hiperactividad llevada a cabo por Pedro Sánchez y los suyos en los que no hay semana que se saquen un proyecto de ley de la manga de esos que dividen a la opinión pública.
Por no hablar de la soledad de Pablo Casado que no termina de encontrar que modelo de oposición debe de hacer para ser eficaz e insiste en su pertinaz negativa a renovar las instituciones judiciales. En fin, a pesar de que el verano aprieta los asuntos políticos están que arden. Por eso quizá han pasado más inadvertidos de lo que debiera dos decisiones del Tribunal Constitucional que en mi opinión tienen trascendencia no solo por el contenido sino por la tardanza del Alto Tribunal en dar respuesta a las cuestiones que se le plantean.
Sí, ya se que la Justicia tiene sus propios tiempos pero cuando esos tiempos se alargan demasiado en el tiempo puede que sus decisiones no sirvan ya para nada sobre todo a la hora de remediar un mal hecho. Pondré un ejemplo: Rosa María Mateos ya no dirige RTVE y me permito añadir que ¡menos mal! habida cuenta que la tele y la radio pública sufrieron un deterioro que se plasmó en una importantísima pérdida de audiencia.
Su más que criticable gestión ha supuesto una rémora para el ente público. Y, sin embargo, no ha sido hasta ahora que el Tribunal Constitucional ha considerado nulo su nombramiento.
Pero la señora Mateo ya no está al frente de RTVE, de manera que tanto da lo decidido por el Alto Tribunal. Pero eso sí, su nefasta gestión ha tenido consecuencias.
Ignoro si hay manera de que los tribunales de Justicia actúen con mayor celeridad, puede que carezcan de los medios suficientes, pero cuando la Justicia llega tarde es menos justa.
Lo mismo sucede cuando alguien ha delinquido pero rehace su vida y de repente un día llaman a su puerta para que cumpla una sentencia que puede suponer destrozar la vida de esa persona.
No sé, pero tendría que haber alguna manera de que la Administración de Justicia respetando todas los pasos y garantías necesarios, cumpla su función en un tiempo razonable.
El caso de la señora Mateo es un asunto menor y me parece a mí que seguramente los miembros del altísimo Tribunal tampoco se habrán tenido que devanar los sesos para llegar a la conclusión que han llegado.
Algo parecido ha sucedido respecto a la inclusión de Pablo Iglesias en uno de los organismos de control del CNI. Pero resulta que su nombramiento no estaba justificado y por tanto el Constitucional lo declaró nulo.
Éstos son los casos más recientes pero podríamos encontrar otros muchos en los que la Justicia llega tarde. En ocasiones cuando el estropicio ya no tiene remedio como es el caso de la señora Mateo y RTVE .