La Torre de Hércules se pierde en la noche de los tiempos, siendo levantada por los semitas llegados de la lejana Fenicia, y su altura actual ronda los 60 metros. Su empaque es el mismo que le dio José Giannini en su última reforma, en el año 1804.
Pero la colosal obra de ingeniería la llevó a cabo Eustaquio Giannini Bentallol al inicio del verano de 1788, dándola por finalizada en diciembre de 1790 y realizándose una reforma posterior entre 1801 y 1806. Estos trabajos los lleva a cabo su hermano y suponen que hoy podamos contemplar la Torre con una envergadura y esplendor que nunca antes había tenido.
Esta columna fenicia, más tarde otorgada a los romanos debido a una estela grabada en sus cercanías, era la vigía de los brigantes ante la llegada de posibles enemigos a estas tierra. El faro se levanta en la parte más occidental de la península coruñesa desde su fundación, hace más de dos mil años, y hoy es una obra de mayor envergadura que la que poseía la primitiva edificación, porque así la concibe Eustaquio Giannini.
De este modo, el sello que hoy puede aplicarse en su aspecto exterior y buena parte del interior es de estilo neoclásico del siglo de las luces, ubicándose en el período de la ilustración de los ingenieros militares de la época. Giannini le dará a este faro la forma característica de las grandes obras y el edificio actual se conserva igual pasado el tiempo, siendo el mismo que él diseñó y levantó. Toda una gran obra para la posteridad, llevada a cabo por un ingeniero de la Marina y natural de la ciudad de Badajoz.
La construcción de la Torre es obra de dicho ingeniero, al menos en su aspecto exterior, siendo fábrica íntegra suya la parte octogonal superior del recinto, así como las escaleras de acceso al conjunto de la edificación y otros muchos elementos interiores.
Sin su precisa intervención y la del Real Consulado, este emblemático edificio hoy en día no existiría ni hubiesen llegado a nuestros días las piedras del milenario faro.
Para realizar tan magna obra, Giannini hizo uso de 428 piedras antiguas que relabró y colocó en el faro nuevo. Se colocaron 6.757 piedras de nuevo porte, sacadas de la falda de la Torre en el tipo de labrada, ordinaria y tosca.
Además, se consumieron 1.243 varas cúbicas de mampostería, otras 5.417 fanegas de cal, se vertieron 797 carros de arena de mina, se colocaron 1.176 quintales de piedra pizarra. El coste final de toda la obra, según puede leerse en documentos de la época, ascendió a 544.511 reales de vellón.
Eustaquio Antonio Félix Domingo Giannini y Bentallol nace en Badajoz en 1750 y se incorpora como cadete al Regimiento de Infantería de Milán en 1762.
Asciende a subteniente de Bandera en 1769 y en esta clase es agregado a los ingenieros ordinarios de Marina en el año 1776. Mediante Real Orden de 1772 cursa estudios en la Real Academia de Matemáticas de Barcelona, donde permanece por espacio de tres años. Este centro se funda en 1770 como Academia del Real Cuerpo de Ingenieros y Giannini integra la lista de los primeros ingresados en aquel centro.
Luego se restituye a su regimiento en 1775 y después de realizar un examen obtiene la calificación de sobresaliente en materias y dibujo. En junio de 1776 se incorpora al cuerpo de Ingenieros de la Marina y en diciembre de 1782 ingresa en la Armada Real, con el grado de Alférez de Navío y el cargo de Ingeniero extraordinario. Al año siguiente se encarga de reconocer los montes, caminos y rehabilitación del río Eo, en los límites de Vivero y Ribadeo.
En 1784 se le concede licencia para contraer matrimonio en Ferrol con Mariana Hermosilla Vizcarrondo y el 15 de noviembre de dicho año asciende a teniente de Navío e Ingeniero ordinario, siendo comisionado el 9 de febrero de 1788 para que se traslade a La Coruña, con el objeto de dirigir las obras de reedificación de la Torre de Hércules.
La actuación se inicia en julio del aquel año con la remoción de los cimientos, y finaliza en diciembre de 1790. En enero de dicho año había quedado encargado de la inspección de diversos puertos de Galicia, así como del levantamiento de planos y la elaboración de diferentes proyectos.
Ya en 1791, siendo Teniente de Navío, se casa por segunda vez y lo hace con Xaviera María Azpilicueta Staford, ascendiendo al año siguiente a Capitán de Fragata y a Ingeniero de Segunda.
En junio de 1800 regresa comisionado a la ciudad coruñesa para colocar un fanal giratorio en la Torre de Hércules, siendo nombrado en noviembre de ese mismo año primer Ayudante de los Correos Marítimos de La Coruña. Cesa en el cargo en 1802, un año después, y asciende a Capitán de Navío y a Ingeniero Jefe, siendo destinado en enero de 1804 a Buenos Aires para examinar el muelle que se había empezado a construir.
Entre 1807 y 1809 ejerce su actividad en Paraguay con trabajos de cartografía, reconociendo las maderas de los bosques. Llega a Intendente de Asunción, Virreinato del Río de la Plata, cuyo núcleo dará origen a la actual República de Paraguay.
En 1810 pasa a Montevideo para dirigir la instalación del fanal del faro de la Isla de Flores, regresando de allí a Santa Fe. En 1811 es apresado por los rebeldes que ansiaban la independencia de las colonias americanas, quedando en Santa Fe y logrando huir luego a Montevideo, donde permanece de 1812 a 1813.
Los rebeldes que manda Alvear vuelven a detenerlo y es trasladado a Buenos Aires, ciudad en la que muere a finales de noviembre de 1814. Antes se había casado de nuevo con Tomasa Moyano, pero sin saber cuándo. Solo se conoce este dato por una reclamación que hace su viuda y cuyo expediente finaliza en 1830.