Y oiga, del mundo, que lo dicen los de la tele. ¿No me lo creen?. Repasemos la historia. Unos ricos le regalaron a Juan Carlos, entonces reinante, un yate. Otros, posaron entre trescientos y novecientos millones (aquí la cifra difiere según quien lo cuenta) para comprar el silencio de una de las amigas íntimas del entonces monarca, Babara Rey, que lo corroboró el jefe de los espías en una entrevista televisada.
Y ahora tenemos en las portadas de la prensa mundial el ascenso de una millonaria. Y aquí tenemos que sacar pecho los gallegos.
Recuerden que fue a golpe de pedal en la máquina de coser de miles de gallegas que luego serían cambiadas por otras trabajadoras de Bangladés que allí el salario es mejor (39 euros mes dicen) y ya sabemos que una cosa es el terruño y otra el Ibex-35.
Tenemos a otros viejos ricos renovados para tiempos nuevos: de nuevo la Gurtel poniendo nombres y apellidos a esa banda de ladrones y a sus cómplices necesarios. Los empresarios que proporcionaban “sobresueldos” o, como se dijo en algún caso un volquete de putas u otras prebendas como en el caso de los generosos caballeros que se citan al principio de estas líneas…
Y ahora, bajando a pie de calle tenemos a una parte del hemiciclo – la que se coloca en la derecha – en comunión con los grandes empresarios piden que no repitamos eso de la precariedad que no es para tanto pues siempre llenan la lista de demandantes a la vez que ll’enas sus bolsillo.
Y por’ si acaso, aquí cuenta con la complicidad del jefe del Banco de España que gana al año unas once veces más que el salario corriente que suelen fijar los que mandan en la riqueza de este país.
Repugna la lista de los que superviven alrededor de tanta riqueza: son los que tienen que comprar las medicinas o cenar; dejar la calefacción y la luz apagada o pagar el alquiler. Los que, para no cansarles y ponerse de mala “milk”, suman millones.
Pero esa lista –que son millones– se oculta. Tal vez porque los políticos de hoy no dan la talla. Y .lo dice ellos, políticos, en un alarde de clarividencia o en el reposo a una comilona con vino de marca…
Llegados a esta conclusión se plantea la misma alternativa de siempre: ¿cómo salimos de esto? Y una de dos o salimos por la frontera o lo cambiamos…