El éxito lo representa Inditex, la empresa que llamó la atención por su progresión continuada desde que en mayo de 1975 abrió su primera tienda en A Coruña con la marca Zara y su rápida expansión nacional e internacional hasta configurar un imperio textil en el que no se pone el sol.
A lo largo de esos años se habló de la visión y planificación empresarial de su fundador, de la “pegada” de sus productos capaces de vestir a reinas y princesas, a pequeños y grandes ejecutivos y a las clases más populares. Quizá en esto estriba gran parte de su éxito.
Nada que añadir a lo dicho y escrito estos días sobre la riqueza que genera Inditex en Galicia, en España y en el mundo creando empleo, pagando impuestos y devolviendo a la sociedad parte de su riqueza en becas, residencias de la tercera edad o tecnología punta para la sanidad.
En este momento Inditex, lo dice su presidente, “tiene una reconocida solidez, una estrategia bien definida y equipos humanos fantásticos” y está consolidada en el mercado como una empresa madura que tiene capacidad no solo para responder a las necesidades y demandas de sus clientes. También tiene talento para crear tendencias en el atractivo universo de la moda.
Por tanto, era este el tiempo adecuado para acometer los cambios naturales en una empresa que nunca perdió su carácter familiar y trasladar, de forma tranquila y ordenada, la sucesión en las funciones y responsabilidades de dirección a los herederos del fundador en la persona de su hija.
Los miserables son los miembros de varios partidos de la conocida “nueva política” que, parafraseando al filósofo británico Anthony Grayling, “han convertido a la red en la pared de un retrete” para criticar y cuestionar el nombramiento, la idoneidad y méritos de Marta Ortega para acceder a la presidencia de la compañía.
Es su libertad de expresión. Pero también es una ofensa a la inteligencian que unos personajes sin oficio, que viven de la política sin haber cotizado a la seguridad social trabajando en una empresa, cuestionen la idoneidad de la nueva presidenta de Inditex que tiene acreditada una buena formación y amplia trayectoria en varios departamentos de la compañía.
“Solo los fracasados y envidiosos critican que los hijos hereden y continúen en la empresa el trabajo iniciado por sus padres”, escribió un internauta sensato. Otro empleó su fina ironía para decir que “el fallo de Inditex fue no consultar el relevo a los integrantes de Podemos, Más País y la CUP”, de los que, afortunadamente, no depende el futuro de la empresa.
En fin, defendamos el derecho de poder reírnos de los disparates de estos y otros políticos para compensar la indignación que producen sus provocaciones.