Juana Rivas subió a los altares del feminismo cuando buena parte de la progresía patria decidió obviar que jamás se demostraron los supuestos malos tratos que había sufrido por parte de su marido y respaldaron sin ambages que hubiera cometido un delito al secuestrar a sus hijos. Ahora, por ese incumplimiento de la ley, cumple una condena a la que el Gobierno decidió poner fin a través de un indulto. Una iniciativa que se ha topado con un juez que quiere investigar los posibles malos tratos que sufrió uno de los niños cuando estaba con su madre. Ojo, el magistrado en ningún momento ha dicho que sea ella la responsable de ese daño, pero quiere aclararlo, aunque solo sea por poder garantizar la seguridad del menor. Y, de repente, ministros de este país han saltado en contra del juez, al que acusan de “violencia institucional” y de “ideología misógina”. Son dos de los calificativos más cariñosos que ha recibido el magistrado en un país en el que parece que lo que menos importa es la verdad, al menos para los integrantes de una determinada formación política.