En las últimas semanas, el conflicto sindical que mantenía el Ayuntamiento con la Policía Local había obligado a eliminar el refuerzo del fin de semana. Simplemente, porque los agentes se negaban a realizar horas extra. Pero después de que a principios de este mes ambas partes llegaran a un acuerdo, se ha podido poner a tantos agentes en la calle como antes. En realidad, más que nunca. El resultado es que ayer la Policía Local despejó la calle Socorro del público que salía de los locales de ocio nocturno, a las cuatro de la madrugada.
Según fuentes municipales “se desalojó con presencia a pie la zona de la calle socorro, Sol y pasadizo del Orzán sin mayor incidencia”. Los vecinos del Orzán llevan meses quejándose de que, con la vuelta a la normalidad tras lo peor de la pandemia, han tenido que soportar también el regreso de las molestias que han sido causantes. El presidente de la asociación Ensenada del Orzán, José Luis Méndez admite que la situación ha cambiado: “Es cierto que el mismo día que salió en el periódico que tenía una base de acuerdo de la Policía Local con la calle Socorro. Alucinamos cuando lo vimos por primera vez porque llevábamos cuatro meses que llamamos y no aparecían. O si aparecía, era un coche y no se bajaban”. Con tan poco personal, lo más que podía hacer la Policía Local era enviar una sola patrulla que circulaba por la calle Socorro, abarrotada con trescientas o cuatrocientas personas. Ahora, la situación ha cambiado. “Por una noche cumplieron con su deber”, matiza Méndez.
Sin embargo, los vecinos consideran que el factor más importante para despejar la calle ha sido el mal tiempo: la lluvia y el frío han disuadido a muchos. Además, consideran que expulsar a los jóvenes no es suficiente para devolver la paz a la zona y piden que se les sancione. “Los empujan como al ganado, los mueven 50 metros y ya está”, protesta Méndez.
Lo que quieren los residentes es que se cumpla la legislación vigente. Durante la pandemia se aprobó una ley autonómica que prohíbe beber en la calle, por ejemplo, y también existe otra ordenanza municipal que prohíbe reunirse en grupos y hacer ruidos. “Y no se están aplicando”, protesta el representante vecinal. También les gustaría que los agentes confiscaran los altavoces portátiles conectados a los móviles con los que los jóvenes escuchan música.
Los policías aseguran que hacen todo lo que pueden. De hecho, el sábado se levantaron tres actas a jóvenes por haber formado pequeñas concentraciones para beber en un espacio público, concretamente en la plaza de María Auxiliadora, así como dos actas por contaminación acústica a dos locales que permitieron que sus clientes sacaron los vasos fuera.
Sin embargo, los vecinos consideran que pueden hacer más, y lamentan que, por ejemplo, sea tan difícil conseguir que la Patrulla Verde acuda a realizar las mediciones de ruido en sus hogares. Supuestamente, llevan más de mes y medio esperando por seis mediciones. Y como ellos recuerdan, el derecho al descanso tiene que estar por encima del derecho a divertirse.