El número cuatro de la calle Sinagoga alberga lo que los arqueólogos consideran que puede tratarse de una mikvé, un baño ritual judío, lo que no sería extraño teniendo en cuenta el nombre de la calle. Y por poco este fin de semana el histórico edifico no alberga también un okupa: la Policía Local precintó la entrada después de que se alertara de un intento de allanamiento.
Los agentes municipales intervinieron después de que los vecinos de la calle alertaran de que habían visto un intruso en el inmueble. Aquello fue el domingo pasado, y hasta el lugar acudió una patrulla del 092 que descubrió que la puerta estaba abierta. Presumiblemente había sido forzada pero, cuando examinaron el interior, no descubrieron a nadie.
La puerta estaba abierta, de manera que el 092 precintó la entrada a la espera de que Urbanismo se encargue del cierre
Las fuentes consultadas no pueden decir a ciencia cierta si la presencia policial espanto al supuesto okupa o si este desistió de instalarse al comprobar el estado en el que se hallaba el inmueble. En todo caso, dado que se podía acceder libremente, precintaron la puerta para evitar más intrusiones. Mientras tanto, se le dio aviso a Urbanismo, que pasó a inspeccionar el inmueble, que es de titularidad municipal.
Hay que tener en cuenta que los edificios vacíos y viejos son uno de los principales objetivos de los okupas. Al revés de otras construcciones, al no tener ocupantes su presencia se descubre mucho más tarde, y no hay dueños (o si los hay, descuidan la propiedad), que quieran expulsarlos.
Al revés que en otros edificios en su estado, el número cuatro de la Sinagoga no puede ser tapiado. En su interior se encuentra una joya arqueológica.