La alta velocidad en A Coruña: a 300 por hora y con un coruñés al mando

La alta velocidad en A Coruña: a 300 por hora y con un coruñés al mando
Los pasajeros pusieron pie en tierra tras 3 horas y 46 minutos de viaje | Javier Alborés

La alta velocidad ha llegado a la ciudad. El titular previsto para 2010 y en barbecho durante casi tres lustros se convirtió en realidad a las 18 horas, 36 minutos y 30 segundos del martes 21 de mayo de 2024. Medio millar de pioneros, muchos de ellos ni siquiera conscientes de ser partícipes de un viaje inaugural, arribaron a la ciudad con las mismas prisas con las que circuló su convoy de 11 vagones, toda vez que debían haber puesto pie en A Coruña 22 minutos antes. A pesar de los minúsculos peros nada le quita un ápice de histórica a una jornada especialmente emotiva para Alejandro Pernas Vázquez, uno de esos llamados coruñeses de toda la vida y que se encargó de poner a 300 por hora la máquina en su primer viaje desde Madrid-Chamartín a su localidad natal. La emoción y el orgullo de su madre a pie de andén era incluso contagiosa para quienes se acercaron a felicitarle. 

 

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Mari Carmen, orgullosa con su hijo el maquinista Alejandro Pernas


Y es que si bien el avance de la ciencia nos ha hecho menos sensibles a los pasos al frente, y ya no queda nada de aquellos fastos con motivo de los viajes inaugurales como el de 1883, lo cierto es que el tren mantiene una cierta capacidad de seducción intergeneracional. Más de una decena de curiosos esperaban lo que consideraban un día para la historia de la ciudad. “Yo vengo por curiosidad. No soy usuario del tren, pero es un avance muy importante para la ciudad”, confesaba José Padín, coetáneo de muchos que comparaban la longitud de sus jornadas maratonianas hasta llegar a la capital del Estado. “Xa ven con retraso”, advertía otro curioso, mientras que una madre invitaba a una hija a inmortalizar la espera con una foto que consideraba para el recuerdo. “Sácanos aquí una foto, que se vea el nombre”, exclamaba. 
 

Desde la salida 

Anunciado en principio para las 18.14 horas, con el primer AVE llegó también el primer retraso, incluso desde antes de ponerse en marcha. Debía iniciar su recorrido a las 14.41 horas, pero no fue hasta las 14.50 cuando Alejandro Pernas puso rumbo a casa. Por el camino consiguió alcanzar la velocidad máxima permitida, los 300 kilómetros por hora, y exprimió la tecnología hasta donde la infraestructura se lo permitió, tal y como reconocería posteriormente: “Tuvimos que hacer una parada técnica por un problema en el cambio de ancho de vía en Taboadela, pero es una cuestión de infraestructura. El tren funcionó bien”. A su llegada algunos usuarios también apuntaron a vibraciones y ruidos, pero el maquinista cree que el tiempo ayudará a pulir esos pequeños detalles. “El vehículo tiene margen de mejora y seguramente se vaya puliendo; vamos a 300 por hora y supone un ahorro grande de tiempo para la gente”, prosiguió mientras su madre aún esperaba para darle un enorme abrazo. “Para mí es un orgullo, pero para ella todavía más”, confesó Pernas, maquinista desde 2016.


Parecen contagiados por la alta velocidad los primeros en poner pie en A Coruña, que esprintan hacia la salida como quien ha hecho de lo frenético la normalidad. “No llego, no llego”, dijo la primera de los 500 pasajeros en bajar del tren. Los vagones más cercanos a la máquina los copan quienes se unieron en Santiago. “Vengo incómodo, es un tren muy incómodo”, lamenta José Antonio. “Es como cualquier otro tren, para mí es como un Alvia”, agrega otra pasajera que prefiere no identificarse por las prisas. 
Quienes más valoran la experiencia son los que completaron la experiencia entera, incluido el parón ourensano. “Venimos desde Madrid y, a pesar de que hemos tenido que parar unos mintos en Ourense, hay que decir que es muy cómodo. Venimos a ver a unos familiares y estamos encantados”, subrayan los hermanos Santiago y Alejandro Hidalgo. Pepa Sampedro y José Manuel Blanco son de los más rezagados. Arrastran un carrito de bebé y se lo toman con una calma que contrasta con la gran mayoría de sus compañeros de viaje. Por eso tampoco han podido disfrutar de las facilidades para clientes, que incluyen por ejemplo pantallas táctiles. “A pesar del retraso fue todo genial y hay que decirle a todo el mundo que merece la pena”, aseveran. Una hora después el AVE inició el camino inverso. Atrás deja otras obras clave: las de la futura intermodal

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