María Casares lograba cautivar a todo aquel que se acercara a su figura, ya fuese como espectador, como amigo o como compañero, y es algo que le ocurrió al guitarrista Pedro Soler y a la vicerrectora de The Royal Central School of Speech and Drama de Londres.
Ambos protagonizan mañana la última de las sesiones del ciclo ‘María Casares. Do exilio ao escenario’, que organiza la Xunta en el museo de Belas Artes (19.30 horas), justo un día después de que se cumplan 100 años del nacimiento de la actriz coruñesa.
En el caso de Soler, su conexión con Casares nace del recital que en 1989 compartieron en Collioure, en homenaje a Antonio Machado. A Soler le habían pedido participar en un acto para recordar a Machado medio siglo después de su muerte y él, aunque no la conocía personalmente, lo tenía claro: “solo lo iba a hacer con María Casares, les dije”.
Así nació este triángulo artístico que conformaron los textos de Machado, la voz de Casares y la guitarra de Soler. Para prepararlo, Casares y Soler convivieron durante tras días en la casa de la coruñesa, en La Vergne.
“Era una persona magnífica”, recuerda Soler, que rememora los tres días que vivieron juntos: “por el día, cada uno iba a lo suyo, ella con su teatro y yo con mi guitarra, pero luego íbamos a la sala para trabajar juntos en el proyecto”. “Ella era muy seria, pero muy encantadora, con mucho humor”, explica el músico.
“Yo le decía que se lo tomara con calma, porque me tenía que acostumbrar a trabajar con ella delante”, explica Soler entre risas, recordando lo grande que era su figura en aquel momento. Ella hacía la selección de textos y, aunque el guitarrista creía que la música sería excesiva sobre las letras de Machado, ella lo alentó a acompañarla con las cuerdas. De aquel trabajo también surgió la idea de grabar un disco, “que al final no pudo ser”, pero Soler guarda una grabación de aquella sesión poetico-musical.
Delgado, por su parte, abordará como a Casares “se le puede clasificar como la actriz del exilio”, ya que ella siempre estuvo “entre culturas”. “Aunque la veían como una actriz francesa, ella siempre decía que ‘España está en mí’”. Pero cuando uno está en el exilio, siempre existe esa sensación de no pertenecer a ninguna parte, “había algo que no se identificaba como francesa, ni española, ni gallega, sino que entre todas esas culturas se podía ver como era Casares”, explica Delgado.
“Ella no hablaba francés como una persona francesa, hablaba con un sentido de la música que es muy gallego”, apunta Delgado sobre la capacidad de “moldear” el francés de la intérprete, de la que destaca también su “estilo de interpretación muy visceral, casi agresivo” sobre las tablas, pero, del mismo modo, alaba su “profesionalismo”.
Para explicar el vínculo de Delgado y Casares, indica que “mi padre viene del exilio republicano”, ya que era uno de aquellos niños vascos que llegaron al Reino Unido en el 37. “No se sentía ni vasco, ni español, ni inglés”, comenta sobre esa conexión espiritual con la actriz. Fue él quien le habló de Casares, de la que posteriormente vio montajes en los 80.