Ana Pastor | “Yo misma llamé al 112. Me di cuenta que me estaba dando un ictus”

Ana Pastor |  “Yo misma llamé  al 112. Me di cuenta que me estaba dando un ictus”
Ana comparte su experiencia tras sufrir un ictus hace casi cuatro años | Javier Alborés

Un ictus con solo 42 años cambió la vida de Ana Pastor. El 19 de noviembre de 2019, solo unos meses antes de la crisis sanitaria que obligó a confinar medio mundo, de manera inesperada, sufrió una isquemia. 

“Llevaba un par de días encontrándome mal, con dolor de cabeza... Pero sufro de migrañas, así que al principio no le di importancia”, explica Ana. Sin embargo, estando sola en casa, de repente, notó “un agarrotamiento en la pierna que me iba subiendo al brazo, incluso a la cara...”, relata esta coruñesa cuatro años después de aquello que, en los minutos iniciales, vinculó a “algo muscular” pero al que enseguida puso nombre y ella misma describió al 112. “Tenía algún conocimiento sobre el ictus porque una de mis abuelas lo había sufrido y porque a mí siempre me ha gustado leer para disponer de información contrastada”, aclara Ana. 


En su opinión, saber distinguir los síntomas, la suerte de tener el móvil a mano y de no perder el conocimiento le salvaron la vida: “Yo misma llamé al 112 porque me di cuenta que me estaba dando un ictus”, comenta restando importancia a su reacción y negando cualquier valentía por su parte: “En ese momento sentí terror, y reaccioné así, cualquiera lo habría hecho igual, es pura supervivencia”, aclara la mujer, usuaria de la Asociación de Dano Cerebral Adquirido de A Coruña (Adaceco). El colectivo que, como cada 26 de octubre, se echará a la calle para visibilizar las consecuencias del Daño Cerebral Adquirido (DCA).
La ambulancia no tardó en llegar a casa de Ana, a la que costó abrirles porque “aunque tenía sensibilidad, el lado izquierdo ya no lo podía mover”, pero lo consiguió y la trasladaron de inmediato al Hospital de A Coruña
 

Nunca se determinaron las causas del ictus que sufrió, aunque sí descartaron un aneurisma 
Ella hacía una vida saludable, sin elementos de riesgo, ni sedentarismo ni hipertensión, pero “ocurrió” y “en un segundo me cambió la vida”, explica todavía emocionada en vísperas del 26-O. “Una conmemoración necesaria porque pasa más de lo que creemos y es necesarios que la gente conozca sus síntomas para reconocerlos inmediatamente”, añade antes de insistir en el trato excepcional recibido tanto en el Chuac, donde permaneció ingresada durante varios días, como después, cuando comenzó su rehabilitación, en el Hospital de Oza.  
 

Las alteraciones que un ictus puede causar en el cerebro, y que a menudo no se ven a simple vista, están presentes en todas las esferas de la vida: las relaciones con los demás y en las actividades del día a día, y tareas como comprar una entrada e ir al cine o a un museo, hacer la compra en el supermercado, viajar en transporte público o acudir al centro de salud pueden convertirse en grandes retos para ciudadanos con Daño Cerebral Adquirido. “Hay gente que se recupera al 100%, pero hay casos, como el mío, que te dejan secuelas, tanto físicas como psicológicas, de las que se ven y de las que no se ven”, continúa su relato Ana Pastor. 
 

Ella camina sin ayuda, pero acciones como sujetar una patata para pelarla, le cuestan “un mundo” y en cuanto a las secuelas no visibles, “que a mí son las que más me están condicionando”, son numerosas aunque nadie las nota, y van desde una enorme sensibilidad a la luz, a los ruidos y los olores, hasta el rechazo a estar entre una multitud, que “me causa ansiedad y una sensación como de mareo”, añade Ana.
 

Con todo, convencida de la necesidad de ir “exponiéndome cada vez más” y comprobar cómo va respondiendo a esos sobreestímulos, sostiene que lo peor son las secuelas psicológicas, que en su caso trata con los especialistas de Adaceco, a la que "tengo mucho que agradecer" por cómo me ayudan con el "estrés postraumático", porque "los ataques de pánico siguen estando ahí y el terror a que vuelva a suceder, también".
 

Si algo positivo se puede sacar de lo ocurrido, lo tiene claro: "Ves la cantidad de gente que te quiere y con la que puedes contar..." También que "hay que vivir el día a día y no hacer planes de futuro".

Ana Pastor | “Yo misma llamé al 112. Me di cuenta que me estaba dando un ictus”

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