Pachi Chiringo, Torre Esmeralda, Feypo, Tajín, Gasthof, Tops y La Internacional. La alineación es un viaje a una época muy concreta de la ciudad, que toca directamente la fibra nostálgica de quienes guardan esos nombres en el mismo disco duro de la memoria que los pubs del Orzán Kanal Oh, Garibaldi, Bugatti o Cotobelos. Relacionados muchas veces con el alka seltzer sólido o prevención de la resaca, tras la desaparición de todas aquellas barras de la noche aflora una realidad que no solamente afecta a quienes no desean regresar a casa con el estómago vacío: comer algo a partir de la medianoche en A Coruña empieza a convertirse en un reto y requiere de un dominio nivel pro del mapa hostelero y los refugios para especialistas.
Y es que, a pesar de la propuesta de Yolanda Díaz de europeizar nuestros horarios, parece que la cosa en la ciudad va más en la dirección de los europeos que disfrutan de A Coruña se españolicen. No es cosa únicamente de la hostelería: que hay turnos que finalizan a las 01.00, 02.00 o 04.00 de la madrugada es una realidad en cualquier sector, y quienes salen con 'gusa' no tienen otra alternativa que encender la cocina de su casa en lo que en otros tiempos sería horario de carta de ajuste. La alternativa es acudir a uno de los ocho locales que actualmente dan cobertura a necesidades tan específicas y mantienen su cocina abierta casi hasta empalmar con el horario del desayuno.
Básicamente se concentran en dos zonas: o en las proximidades del Orzán o de Cuatro Caminos, con excepciones como el mítico Pes K Dos de la ronda de Outeiro o el Jaque Grill en avenida de Arteixo. Se ha caído de la formación clásica el Delicias, a vueltas con la licencia de cierre. En la batalla contra el rugir del estómago el Villasan se mantiene al pie del cañón entre las 06.00 y las 03.00, así como el Palloza, acostumbrado a dar servicio tanto a clientes del tanatorio próximo como a marineros que arriban al puerto. Lleva abriendo de manera ininterrumpida desde 1975. Los dos ofrecen servicio de plancha de madrugada, así como tapas variadas.
Por su parte, en el camino entre el Orzán y las zonas de La Marina y el puerto hay varias opciones más, desde la internacional McDonald's a una de las últimas incorporaciones, la Rubia Enxebre. Abierto en 2022, los principales días de marcha, de jueves a domingo, realiza aperturas de 24 horas. Lo hace con mucho sacrificio por parte de la gerencia, pues respecto a la habitual oferta de fast food intenta poner matices diferenciales: las patatas fritas son de Coristanco y a la belga, la hamburguesa se hace con ternera gallega y en la carta hay productos alemanes, venezolanos y gallegos. "Intentamos ser un restaurante de día que abre de noche”, explican. “Desde luego desgasta más que abrir con el horario tradicional y a veces sientes como si tuvieras jet lag. No es fácil conseguir trabajadores para sacrificarse mientras otros disfrutan”, dice Marisa, propietaria junto a su marido. “En Caracas, Houston o Nueva York es muy habitual tener dónde cenar a cualquier hora, aquí sin embargo detectamos ese problema”, confiesa.
Y es que, tal y como define la hostelera de La Marina, para mucha gente no encontrar dónde cenar se ha convertido en un problema. Según Héctor Cañete, presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de A Coruña, se trata muchas veces de una cuestión de licencias o de comodidad. “A veces no te queda más remedio que irte a un vending”, asume. “Los horarios son los que son y para mucha gente es una cuestión de licencias, que cada vez son más restrictivas y de obligado cumplimiento. Antes había cierta permisividad, pero cada vez menos y la cafetería del puerto ya da su propio servicio”, añade.
Otra característica común es que, salvo en el caso de los cafeterías de Cuatro Caminos, todos obligan a la opción take away a partir de medianoche, por lo que sentarse es si cabe un más difícil todavía para los clientes.
Uno de los que decidió tirar la toalla después de más de una década previniendo resacas es Ángel Couto. Propietario de Tajín, que se ubicaba en la calle del Socorro, podría escribir un libro con anécdotas de la noche. “Al final, llega un momento en el que desanima y desespera. Somos personas y tenemos una vida, ¿de qué te vale tener mucha gente un día a la semana?”, se pregunta. “Antes se podía hacer botellón en la calle, había más dinero y afluencia a los locales. La gente salía jueves, viernes y sábados”, continúa. Couto y su mujer decidieron dar un volantazo a en 2016 y embarcarse en Los Farolitos, uno de los restaurantes mexicanos de referencia.