Siguiendo con la descripción de los antiguos lavaderos de la ciudad, en esta tercera entrega se analizan otros siete, situados en otras tantas zonas de A Coruña.
El del Arenal del Orzán, o también del Caramanchón, que contaba con dos enormes pilas de lavado de piedra que se elevaban desde el suelo, cambiándose sus cien metros cúbicos de agua de sus recipientes hasta cuatro veces al día. Con capacidad para albergar a sesenta mujeres en su tarea de lavado, las ropas se tendían en el secadero que ocupaba el piso alto que estaba ventilado.
En 1917 se realizan diversas obras, entre ellas, la del pintado al óleo de las maderas y otras mejoras que necesitaba, siguiendo el proyecto redactado por el arquitecto municipal Pedro R. Mariño. Este vino a sustituir al del Caramanchón. En 1930 inicia un expediente para repararlo de su calamitosa situación, y acabará desapareciendo en 1966.
Con una superficie de 281,52 metros, con lindes al este, con la casa número 46 de la Cordelería y al oeste, norte y sur, con terrenos del municipio, mezcla de fábrica y ladrillo, con armadura de pino-tea, constaba de planta baja y principal. La primera, distribuida en pilas, escalera y claustro; y la segunda, en secadero, limitada por cuatro torreones cuadrados de peralta con armadura independiente, sobre la cumbre general de los cuatro faldones que cubrían los claustros de galerías. Además, en la fachada lateral del sur, tenía una fuente adosada de mármol blanco de Carrara.
Del Lavadero del Lagar, poco se sabe, salvo que en sesión plenaria del 5 de enero de 1903, Ricardo Molezún, Miguel Oliva y Aquilino Ebral, y otros 22 vecinos del lugar, solicitan hacer desaparecer el foco de infección de las fiebres tíficas que tantas víctimas causaba en la población y que, a juicio de estos, estaba en la calle del Lagar, por la existencia en ella de un lavadero público al pie de la fuente, donde se apozaban las aguas por falta de alcantarillado.
Así, el Ayuntamiento de A Coruña, en sesión del 28 de dicho mes, propone que con urgencia se lleve a cabo la construcción de un ramal de alcantarillado, partiendo de aquella fuente y fuese a unirse con el de la calle Feijoo al objeto de recoger en él, todas las aguas sucias y demás materias procedentes de la calle Lagar, Camino Nuevo y calle Ferrol.
Lavadero de Elviña. Está en el mismo núcleo, aún en funcionamiento. En febrero de 1951, A Coruña tramita un expediente de obras para la construcción de una fuente y lavadero, y en 1954 se aprueban los pliegos facultativos para la subasta de las obras, y un año más tarde se acuerda la ejecución de las mismas.
Mesoiro, en el camino del Espino a Morás. En febrero de 1951, el pleno aprueba la construcción de esta fuente y lavadero.
La Braña de Someso. En este caso, el pleno celebrado en 17 de Julio de 1961 aprueba la construcción de una fuente y un lavadero público, cuya obra de adjudicará el 25 de noviembre de dicho año a favor de José Tellado Freire, autor de la única propuesta presentada para hacer el trabajo.
Pedralonga. El Ayuntamiento de A Coruña plantea el 28 de Abril de 1953 la construcción de un lavadero público en Pedralonga con un total de 20 pilas de lavado que facilitase la debida protección a sus usuarias, protegiéndolo con un muro de cierre y que por su interior dispusiese de una meseta corrida para la colocación de los utensilios de las mismas.
Monelos. En abril de 1914, desde la institución municipal se da cuenta de los destrozos ocasionados por el propietario de unos terrenos próximos al Río de Monelos, a espalda de la Granja Agrícola Experimental. Al destruir el lavadero que desde tiempo inmemorial estaba establecido en aquel lugar y venía siendo utilizado por las mujeres de aquel entorno, los vecinos presentaron una instancia suscrita por más de cincuenta perjudicados de Monelos, Molinos y la Camposa, reclamando la reposición del lavadero y un acuerdo para la construcción de otro nuevo.
En 1932 se arregla la tubería de esta fuente y, el año siguiente, se levanta un proyecto para la instalación de un lavadero en un solar de la avenida de los Mártires de Carral, ahora de Monelos, propiedad del legado de Antonio Pereira y cuya finca llevaba en arriendo Juan Álvarez, que la deja. Contará con agua de la Traída en 1933, al igual que los de la Falperra, Orzán, Parrote y la Torre.