Trabajar donde otros se divierten no acostumbra a ser sinónimo de felicidad, pero unir la cinematografía y la cinefilia en una misma dimensión y convertirlas en la razón de ser y el pan nuestro de cada día es todo un sueño hecho realidad para cualquier aficionado medio. Realmente el séptimo arte es una de las múltiples disciplinas en la que se puede encuadrar a Jaime Pena (Miño, 1965) como especialista- Licenciado en Geografía e Historia, doctor en Historia del Arte es miembro del International Federation of Film Archives y durante décadas ha sido programador de la Filmoteca de Galicia, de la que desde esta semana es presidente.
Parafraseando una cita histórica, por mucho que venga del universo Marvel, es consciente de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Y en este caso pasa por ser guardián y difusor del patrimonio audiovisual gallego. “Es una oportunidad de ser más ambicioso como conjunto y no sólo como sala de proyección”, afirma. “Se trata más que nada un tema de responsabilidad, porque no hay demasiados especialistas”, añade Pena, que ya ejerció de director en funciones durante el año 2006. “La cinefilia es algo que descubres y se va desarrollando”, asevera sobre esos ‘especialistas’.
Top 5+1 películas en la Fimoteca de Galicia: |
- ‘El espejo’, de Andrei Tarkovski (1991) - ‘Arnulf Rainer’, de Peter Kubelka (1999) - ‘Blow-Job’, de Andy Warhol (1964) - ‘Peregrinos’, de John Ford (1933) - ‘Mimosas’, de Óliver Laxe (2017) - ‘Fallen Leaves’, de Aki Kaurismki (2024) |
Más allá de la agenda cultural, no obstante, el primer reto que establece para el nuevo ciclo de la Filmoteca de Galicia tiene que ver con el factor humano. “Mi primer reto ahora es que se resuelvan varias cuestiones a nivel de personal, porque todos mis compañeros están en un proceso de consolidación, con la esperanza de poder mantenerlos a todos”, subraya. “Si se los lleva alguien que no sea un especialista vamos a tener un problema. A partir de ahí podemos empezar a plantear proyectos y ver cómo podemos darle vida al archivo y que esté a disposición del público”, agrega. En términos netamente cinematográficos apunta también a la digitalización del primer material rodado en 35 mm en Galicia, en la década de los 70.
La labor de programador es algo así como el DJ del cine, la batalla por elegir serie en un maratón entre amigos o el ‘pincha’ de guateque: una cosa es lo que uno quisiera poner y otra es lo que la cabeza dice que debe hacer. Y más en un área tan profundamente subjetiva y de sensaciones y emociones. “Tu relación con el cine se vuelve más profesional y a veces me encuentro que escribo de lo que me encargan. No es lo que te gustaría ver o volver a ver y habrá cinéfilos que no tengan una relación profesional con el cine”, confiesa. “A veces me gustaría ir a mi aire y desconectar, aunque de esas cosas no me quejo, me gustaría ver cualquier cosa determinada, pero no puedes”, matiza un obre capaz de objetivar la calidad dentro de lo meramente subjetivo. Es ahí donde radica la diferencia entre el aficionado y el profesional.
Superados hace tiempo los complejos y estigmas del término friki, al cinéfilo y al programador le toca, eso sí, convertir el patrimonio cultural en cosa de todos y no de unos pocos curiosos. Especialmente en la generación de lo efímero, vídeo viral y la inmediatez. Esa misma generación que también acude cada vez menos a las salas. “No es una cuestión de enganchar por horas, porque la gente ve series”, recuerda el presidente de la Fimoteca. “El público que viene a la filmoteca es varias décadas mayor, pero cuando viene el joven es con los eventos, presentaciones y festivales. En el S8 conseguimos llenar la sala, aunque sea con gente de otras ciudades. Puede ser cuestión de la forma de comunicar, o que hay un espectador más joven al que podamos llegar”, se pregunta. “Con el cine con perspectiva de género hemos llegado a un público diferente y que no veíamos en sala”, continúa.
Cuestionario de cine coruñés |
Un actor: Fernando Rey |
Historiador, crítico, ensayista y opinador con todo tipo de perspectivas sobre el séptimo arte, Jaime Pena tampoco escapa al debate que parece haber instaurado el último Ridley Scott entre un público más generalista. Al hilo de ‘Napoleón’ y ‘Gladiator 2’ han sido muchas las voces críticas respecto al rigor, o la falta del mismo, por parte del británico, quien preguntó a los historiadores cuántos habían estado allí.
Pena, en este caso, opta por una postura mucho menos radical. “El último Napoleón que vi es el de 1929, no he visto las de Scott”, bromea. “A mí me da exactamente igual, porque una ficción tiene toda la libertad del mundo. El problema es cuando una película documental pretende ser objetiva: todos son napoleones, no libros de historia. Eso sí, un documental debe ser otra cosa”, zanja. este libro abierto que ahora guía la Filmoteca de Galicia.