El Ayuntamiento apuesta por las torres para el crecimiento de la ciudad

La alcaldesa, Inés Rey, reivindica la construcción a lo alto para los nuevos desarrollos que se harán en A Coruña
El Ayuntamiento apuesta por las torres para el crecimiento de la ciudad
Vista del ‘skyline’ de la ciudad, dominado por varias torres | AEC

A Coruña no es Nueva York, pero no por eso es para despreciarla. Según los datos del catastro, es la ciudad de España con una mayor altura media de edificios. Vivir en una península y en uno de los municipios más pequeños de España, por lo menos en relación a la población, ha convertido el suelo de A Coruña en algo escaso y valioso, pero a muchos vecinos no les gusta la idea. Para la alcaldesa, Inés Rey, es necesario hacer  pedagogía . 


La demanda de vivienda nueva ha vuelto a poner en marcha los desarrollos por ejecutar en los barrios, esos proyectos que tratan de llenar esos descampados que llevan tanto tiempo vacíos, llenos a veces de maleza y basura o de antiguas casas de uno o dos pisos, abandonadas o en ruinas. En muchos de ellos, las promotoras diseñan torres altas, de unos 17 pisos de alto (Hercón, la torre más alta de A Coruña, tiene 25) pero en el caso de Labañou, por ejemplo, Metrovacesa tuvo que dar marcha atrás a su proyecto, para construir bloques más pequeños.
 

En el programa ‘Hoy por Hoy A Coruña’ de Radio Coruña, al ser preguntada al respecto de la polémica generada por el artículo de El Ideal Gallego, Rey declaró que: “Se critica que se hagan dos o tres torres pero no se critican las urbanizaciones extensísimas de chalets unifamiliares que se hacen en el área y que tienen mucha más huella en el territorio que la construcción en altura”.
 

La ciudad difusa 

De similar parecer es el urbanista Javier González Harguindey, profesor de la Universidad, que se muestra muy en contra del concepto de ‘ciudad difusa’. Para él, es necesario compactar la ciudad, concentrar a la población, para hacerla sostenible. “¿A qué nivel? Tendríamos que hablarlo,  pero la ciudad, no puede estirarse más en el territorio”, sostiene el profesor. 
 

Él señala que a día de hoy es difícil saber dónde acaba la ciudad “Se lo pregunto a menudo a mis alumnos ¿Si comenzáramos en el Obelisco, dónde terminaría?”. La pregunta, que parece retórica, no es tan fácil de responder. Pasado el núcleo urbano hay urbanizaciones, polígonos industriales, que aunque no se encuentren dentro del término municipal forman parte del “archipiélago metropolitano”, como lo llama González. 
 

Para el profesor de Arquitectura, se trata de escoger entre “seguir haciendo casitas unifamiliares y planificar como hacen en el área metropolitana o hacer nodos de densidad”. El objetivo debe ser, según él, conseguir que la población vuelva a la ciudad, de la que fue expulsada por los altos precios de la vivienda. “Los jóvenes quieren vivir en A Coruña, pero no tienen la oportunidad”, señala. 
 

Vivir en una ciudad significa un ahorro importante en las infraestructuras, tanto en el transporte público como en la red de alcantarillado o de abastecimiento. Esto permite ahorrar agua, porque no hay que olvidar que cualquier red tiene fugas, sin olvidar el gasto extra que suponen las piscinas. En cuanto a la movilidad, no hay que olvidar los frecuentes atascos en A Pasaxe y los cerca de 100.000 vehículos que entran y salen diariamente de A Coruña por Alfonso Molina. 
 

Frente a un área metropolitana extendida, sin un transporte público eficaz, concentrar la población se convierte en una opción más sostenible. Sobre todo porque permite aumentar los desplazamientos a pie, tan poco frecuentes en el área, y porque las distancias cortas hacen más fácil crear en mapa de rutas más tupido. 
 

Los 15 minutos 

El concejal de Urbanismo, Francisco Díaz Gallego, mencionó el concepto de ‘Ciudad de 15 minutos’. Es decir, que una persona tenga a esa distancia a pie, en bicicleta o en transporte público los servicios que necesita en su día a día (centros cívicos, colegios, supermercados, etc). El año pasado, la empresa de análisis Deyde Datacentric determinó que el 98% de los coruñeses se encuentra a un cuarto de hora de las infraestructuras cotidianas
 

Esto es posible básicamente por la gran densidad de población de A Coruña, donde unas 244.700 personas residen en unos 37,8 kilómetros cuadrados. Eso arroja el resultado de 6.473 personas por kilómetro cuadrado. Por supuesto, no en todos los barrios la densidad es igual. Agra do Orzán, que destaca por su urbanismo abigarrado, sin zonas verdes, es el lugar con más personas por kilómetro cuadrado, pero también Os Mallos o Juan Flórez. Como señaló la presidenta de la delegación coruñesa del Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia (COAG), Ruth Varela, “hay lugares de A Coruña que pueden compararse en densidad con Nueva Delhi”.
 

Varela se muestra totalmente en contra de la construcción de grandes torres, que considera que forman parte de un urbanismo obsoleto y comparte los recelos de los vecinos que, como los de O Castrillón, quieren que se les aclare el efecto que tendrá el nuevo desarrollo en su barrio. Para Varela, “el impacto no es solo visual, sino también en la intensidad de uso. Si metes tres torres de 17 pisos, metes más tráfico, por ejemplo”. Por otro lado, más personas en un barrio significa más presión sobre los servicios. 

 

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Comparado con A Coruña, Vigo ofrece mucho más espacio a sus residentes, 109,1 kilómetros cuadrados, por lo que su densidad es mucho menor a pesar de su mayor población: son 2.623 personas las que comparten cada kilómetro cuadrado de la ciudad olívica. El resto de las ciudades, de orden de mayor a menos población, son Ourense (1.204), Ferrol (769), Pontevedra (685), Santiago (451) y Lugo (291). 
 

Esto es posible porque A Coruña tiene una gran cantidad de torres residenciales, más que cualquier otra ciudad de España (como se puede comprobar en el catastro). Es habitual que los edificios más altos se reserven para las oficinas, pero no es el caso de A Coruña, donde la norma son los edificios altos, muchos de los cuales forman parte del paisaje urbano de la ciudad. El más conocido es la Torre Hercón o Costa Rica, el más alto de todos, pero hay otros muchos rascacielos, construidos en los años sesenta y setenta, como la Torre Galicia, el edificio Trébol, la Torre Golpe, la de Los Maestros, la Esmeralda, la Riazor o el edificio amarillo de Efisa, en Cuatro Caminos, que precisamente fue muy polémico en su día por el gran volumen.  Todas superan los setenta metros de alto.
 

La mayor parte de estas torres se encuentra en el centro de la ciudad, pero hay una nueva zona que también ha crecido verticalmente: Someso. Aunque también muy afectado por la burbuja inmobiliaria y por los escándalos urbanísticos, cuenta con cinco torres. La última la Amura, construida recientemente, de 50 metros de alto. Aunque en este caso, la ausencia de vecinos en las inmediaciones (se haya junto al campus de Elviña) ha evitado las polémicas. 
 

Lo que más les preocupa a los vecinos es el impacto visual (lo que significa que les tapa la línea de visión de las que hasta entonces disfrutaban) y la sombra que proyectan. La presidenta del COAG en A Coruña señala que es un problema real, que provoca humedad en las casas a las que se les priva de la luz del sol, lo que perjudica tanto a las viviendas como sus habitantes, que tienen que gastar más dinero en calefacción, por ejemplo. 
 

Cambios 

En algunos casos, como en el de As Percebeiras, en Labañou, la promotora (Metrovacesa) ha accedido a reducir las alturas para tratar de complacer a los vecinos, aunque esto signifique ocupar más superficie. Pero el Ayuntamiento está decididamente a favor de las torres. 
 

El concejal de Urbanismo sostuvo hace unos días en la red social X (antes Twitter) que “cada vez que en un desarrollo aparece una torre surgen las críticas, críticas que no se dan con cada anuncio de nueva urbanización en el área metropolitana. La ciudad se construye con proyectos como el de Parque de Oza no con 500 unifamiliares a 15 kilómetros”. Para el Ayuntamiento está claro: la construcción en altura es la única manera de ofrecer espacios públicos y vivienda al mismo tiempo. Aunque a algunos les dé vértigo.

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