El cierre de La Intrusa, el local de la calle Torreiro que permanecerá precintado durante los próximos tres meses por , egún el Ayuntamiento,trucar el sonógrafo, ha levantado ampollas entre los empresarios del ocio nocturno y la hostelería tradicional. No porque el establecimiento en cuestión tenga un estatus especial , sino porque desde el sector se enmarca dentro de una tendencia “preocupante” que califican de “escabechina”. De forma espontánea y a través de los grupos de Whatsapp se ha convocado un gabinete de crisis para el que empiezan a plantearse algunas medidas de protesta contra este cierre, el de Le Tavernier, por superar la medición de volumen según la medición de la Policía Local, y La Barbería, también por exceso de ruido.
La cuestión es contra quién protestar, y es ahí donde los mensajes se diversifican. Por un lado se apunta al Ayuntamiento, pero no es el único destinatario. “Creemos que existe un abuso de derecho por parte de ciertos vecinos, con la permisividad del Ayuntamiento”, apunta José López Balado, representante legal de algunos establecimientos sancionados y otros muchos que temen ser los siguientes. Y esa es también la explicación por la que las valoraciones de los empresarios se pierden a veces en el anonimato: “Yo te cuento, pero no pongas mi nombre”, expresa un hostelero del centro que suele bajar la verja antes de las 02.00 horas.
Corrió como la pólvora la protesta de La Intrusa adelantada por El Ideal Gallego en la mañana del jueves, y muchos aprovecharon para compartirla de manera privada en sus redes sociales con comentarios de indignación. Pero como la indignación va por barrios también al otro lado de la barra algunos vecinos apelaron al cumplimiento de la ley para evitar disgustos. “Los soluciones conjuntas (algo a lo que apelaba La Intrusa) so respetar la normativa. Las ordenanzas no se negocian, se cumplen”, apunta una residente. “Los vecinos no cierran locales, es el Ayuntamiento el que tiene que hacer cumplir su propia normativa y a los locales que cumplen no les pasa nada”, agrega desde su perfil oficial la Asociación de Vecinos Orzán-Pescadería.
Entre las medidas que han surgido en las primeras horas en el sectorestá incluso el asumir la deuda, o parte de ella, a través de un bote común entre los empresarios. “Si hay que poner dinero, se pone”, advierten varios. Otros apelan a la movilización tradicional y dejarse ver a las puertas de María Pita, como si de la mismísima pandemia se tratase.
Finalmente, algunos establecimientos de la zona centro encaran el fin de semana con la mosca detrás de la oreja. “Cuando las barbas de tu vecino veas cortar...”, temen.