Que Halloween ha llegado a la cultura popular coruñesa para quedarse no solamente es una realidad incontestable, sino que la víspera de Difuntos, en cualquiera de sus variantes, se reivindica como uno de los días grandes del año en la hostelería, el ocio nocturno y buena parte del comercio. A ese grupo de actores económicos habría que añadirle a nivel social los barrios periféricos, que también son los más jóvenes en cuanto a historia y a media de edad. El poder de convocatoria, el compromiso, la unión vecinal y el mero aspecto de las calles el pasado martes dejaron instantáneas que en muchas de esas zonas califican de históricas.
Jamás en Xuxán se había visto una concentración de personas como la que consiguió la ruta de truco o trato por equipos. Más de un centenar de residentes se unieron, y en muchos casos se conocieron entre sí, en lo que supuso la segunda iniciativa social del antiguo Ofimático. “Hubo mucha más gente que el año anterior y gracias a la organización y los participantes fue una tarde muy buena”, afirma Diego García, vecino y uno de los impulsores de la todavía inexistente asociación de residentes. “Da gusto ver el barrio así, hubo lo que se puede decir un ambiente vecinal”, añade.
Novo Mesoiro, por su parte, parece superarse a sí mismo cada año y con cada evento social. Si las fiestas del pasado mes de agosto desbordaron la capacidad de trabajo de la hostelería el Halloween desafió el espacio físico. Y es que cientos de personas hicieron cola a las puertas del pabellón para continuar la segunda parte de la fiesta infantil. En ese momento, más de un millar de vecinos ya llenaba el interior del recinto. “Alucinamos: con el aforo ya completo no paraba de llegar gente”, explica Víctor Lamela, presidente vecinal. “Los bares estuvieron llenos y vimos gente de todas las zonas, incluso vino personal del Ayuntamiento y nos dijo que no se esperaban tanta gente”, añade.
Y es que la fiesta, sea Halloween o las celebraciones de barrio, no deja de ser una excusa para que los barrios periféricos tiren de orgullo y sentimiento. “Se trata de hacer más barrio. Los que no hacen cosas así se convierten en barrios dormitorio y se necesitan iniciativas así para que la gente no se vaya siempre al centro”, subraya el dirigente vecinal.
Esa fue la intención de una de las asociaciones más jóvenes en llegar, Monte Martelo, que en un tiempo récord organizó una histórica ruta del terror por O Martinete. “Fue muy bonito, con los vecinos customizados, los portales adornados y un atrezzo impresionante”, subraya el presidente, Amar Basic. “La implicación social es decisiva, ayuda a unir a la gente, a crear barrio y ver alegría en las calles”, finaliza. l